3.3. Ganadería
Aunque dependemos de las plantas como productores, la producción ganadera nos aporta la mayoría de proteínas que consumimos, a través de la carne, la leche y los huevos. En el mundo, la principal producción ganadera la constituyen el ganado bovino, ovino y caprino, porcino, equino, camellos, y aves.
El acceso a esta alimentación de una mayor parte de la población mundial y un cambio en los hábitos alimenticios, sobre todo en países desarrollados, ha disparado la demanda en los últimos años. Si bien, a nivel energético, la producción de carne es muy costosa, ya que, como hemos visto en las cadenas tróficas, hay una gran pérdida de energía entre cada nivel por el gasto metabólico, permaneciendo finalmente sólo un 10% apto para el consumo.
Como la agricultura, la ganadería también ha pasado a ser una actividad intensiva, especializada en la producción de pocas especies (vacas, pollos..), en sistemas mecanizados, y en muchos casos, concentrando a los animales en espacios reducidos y sobrealimentándolos con productos de baja calidad.
La ganadería tradicional, por el contrario, reintegra los residuos al medio, los animales pastan en prados naturales, desplazando la manada y permitiendo la regeneración del terreno, y apenas son consumidores de energía. La productividad es menor pero suficiente para una economía sostenible.