2.2 El positivismo lógico de Carnap y Ayer.

Los miembros del llamado Círculo de Viena realizaron una genial síntesis entre el empirismo (que vimos en un tema anterior, en concreto en la unidad 4, y cuyo principal representante fue David Hume) y el logicismo que imperaba en la obra de Russell y Wittgenstein. Así, retomando la distinción establecida por Wittgestein entre proposiciones dotadas de sentido y proposiciones carentes de sentido, los empiristas lógicos decidieron establecer de este modo la distinción entre proposiciones científicas y proposiciones que no lo son.
Al contrario que Kant, los empiristas lógicos solamente aceptan dos tipos de proposiciones: analíticas y sintéticas. Las proposiciones analíticas son los enunciados lógicos, que ponen de manifiesto la sintaxis del lenguaje; son enunciados puramente formales, independientes de la experiencia, y su valor de verdad nos muestra, como ya sabemos, tautologías y contradicciones (como vimos en la Lógica de 1º de Bachillerato, una tautología es una proposición cuya tabla de verdad es siempre verdadera -todos sus valores de verdad son verdaderos-, mientras que en una contradicción son siempre falsos). Para determinar la verdad de las proposiciones sintéticas, en cambio, debemos recurrir al mundo, y comprobar en la experiencia si lo que dicen es cierto o no.
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En el siguiente fragmento del programa Redes podemos observar un fenómeno denominado como "sinestesia". Piensa en los problemas que puede plantear un fenómeno de este tipo en la comprobación de las experiencias de un sujeto. ¿Cómo podemos saber si lo que dice es cierto o no? ¿Es real lo que siente o capta? ¿Podemos definir algo como "verdadero" cuando todo el mundo puede comprobar lo mismo?

A partir de aquí Carnap formuló su famoso principio de verificabilidad: una proposición está dotada de sentido si existe un medio empírico de verificar si es verdadera o falsa. Por lo tanto, toda proposición sintética para la cual no exista medio alguno de verificarla es, evidentemente, carente de sentido: no dice nada, no afirma ni niega nada del mundo mismo, puesto que no podemos comprobar de ninguna manera si lo que dice es verdadero o falso.
Los enunciados de un determinado tipo de filosofía, los enunciados metafísicos, son de este modo rechazados como carentes de sentido, son pseudoproposiciones. Asi, por ejemplo, las afirmaciones acerca del Ser o de Dios mismo, no pueden ser comprobadas de ningún modo, pues no refieren a nada concreto en el mundo: no son enunciados empíricos (ni siquiera lógicos), por lo que habrá que renunciar a ellos.
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Carnap en una foto

tomada de carnap.org

Homenaje a Carnap por Willard V. Quine


"Al paso de los años, como hemos visto, Carnap ha ido repudiando muchas de esas doctrinas, y yo mismo me he opuesto a otras hasta el presente. No obstante, su influencia en filosofía ha sido profunda. Como muchos otros colegas, yo he sido influido por él más que por cualquier otro filósofo. Dados todos estos repudios y nuevas aperturas, ¿cuál es pues su contribución central y perdurable? Yo sostengo que dos. La una consiste en el encomio del rigor y del espíritu científico. Mi propia crítica se ha conformado a los mismo criterios carnapianos preconizando más o menos la misma vía. La otra contribución duradera es el giro lingüístico. Ha sido sobre todo Carnap el que ha hecho del lenguaje el objeto central de la filosofía seria de hoy, y el punto de mira que es el lenguaje ilumina las cuestiones filosóficas como nunca anteriormente. Cumplido este giro, no habrá seguramente nunca, salvo un cataclismo, una vuelta atrás." (En El círculo de Viena, doctrinas y controversias, citado en Historia de los filósofos ilustrada por los textos, Tecnos, 2000.)


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En La metafísica como expresión de una actitud ante la vida, nos dice Carnap:

"Y ¿cómo podría uno dar cuenta del hecho de que los libros de metafísica hayan ejercido, todavía hoy, tan extraordinaria influencia entre los lectores, si lo que contenían no eran ya errores, sino nada en absoluto? Estas dudas están justificadas, puesto que la metafísica tiene ciertamente un contenido; sólo que no es un contenido teórico. Los (pseudo)enunciados de la metafísica no sirven para la descripción de estados de cosas, ni de las que existen (en tal caso serían enunciados verdaderos), ni de las que no existen (en cuyo caso serían al menos enunciados falsos). Los enunciados metafísicos sirven para la expresión de la actitud o sentimiento general de una persona ante la vida." (En A.J. Ayer, El positivismo lógico, Capítulo VII, F.C.E., 1977.)


Finalmente, las discrepancias entre Wittgenstein, Russell y los miembros del Círculo de Viena en torno a la interpretación del Tractatus generaron dos corrientes filosóficas distintas: por un lado, el empirismo lógico de los miembros del Círculo y sus seguidores, que buscaban un desarrollo de los principios del neopositivismo (lo que algunos llaman una visión cientificista de la realidad); por otro, la llamada filosofía analítica en sentido estricto, que se preocuparía fundamentalmente del análisis del lenguaje, sea éste científico o no.
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Si quieres repasar y saber algo más sobre las diferencias entre Russell y Wittgenstein en torno a la interpretación del Tractatus, te recomendamos el siguiente enlace en Wapedia.

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 Bertrand Russell en Wikipedia,
bajo licencia CC

Sobre la "disputa filosófica" entre Russell y Wittgenstein es interesante conocer la opinión del primero sobre la obra posterior del segundo. Así, podemos leer en su última obra filosófica (La evolución de mi pensamiento filosófico) lo siguiente:

"Desde 1914, tres filosofía han dominado sucesivamente el mundo filosófico británico; primero, la del Tractatus, de Wittgenstein; segundo, la de los positivistas lógicos; y tercero, la de las Investigaciones filosóficas, de Wittgenstein. De ellas, la primero ejerció considerable influencia sobre mi pensamiento, aunque ahora pienso que tal influencia no fue completamente buena. La segunda escuela, la de los positivistas lógicos, tuvo mi general simpatía, aunque estuve en desacuerdo con algunas de sus doctrinas más distintivas. La tercera escuela, que por comodidad designaré W II, para distinguirla de las doctrinas del Tractatus, que llamaré W I, continúa siendo completamente ininteligible para mí. Sus doctrinas positivas me parecen triviales, y sus doctrinas negativas, infundadas. No he hallado en las Investigaciones filosóficas de Wittgenstein, nada que me parezca interesante, y no comprendo que toda una escuela halle sabiduría en sus páginas. Psicológicamente es sorprendente. El Wittgenstein de la primera época, a quien conocí con intimidad, era un hombre adicto al pensamiento intenso y apasionado, profundamente percatado de difíciles problemas cuya importancia él y yo sentíamos, y poseedor (o al menos así yo lo creía) de un verdadero genio filosófico. El Wittgenstein de la segunda época, por el contrario, parece haberse cansado de pensar seriamente, y haber inventado una doctrina que hace innecesaria tal actividad."

Bueno, pues a continuación vamos a ver la "segunda obra" de Wittgenstein, para ver si puede defenderse de los ataques de Russell.