1. El primer Wittgenstein y el Tractatus

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Es curioso recordar cómo la figura de Wittgenstein impresionaba a sus interlocutores filosóficos. El presente texto nos muestra su influencia entre el alumnado.

Sello sobre Wittgenstein
tomado de lalibertadylaley.wordpress.com


"Fue en 1938, en el primer trimestre de mis estudios en Cambridge, cuando vi a Wittgenstein por vez primera. En una sesión del Club de ciencias morales, una vez expuesto el tema del día y abierta la discusión, alguien se levantó y, vacilando sobre los términos a elegir, formuló una observación. Se expresaba con gran dificultad y yo fui incapaz de comprender el sentido de su intervención. "¿Quién es éste?" murmuré al oído de mi vecino. "Wittgenstein", me replicó. Yo me quedé completamente estupefacto, porque me había imaginado que el autor del famoso Tractatus debía ser un hombre mayor, y éste parecía verdaderamente muy joven, de treinta y cinco años tal vez. En realidad tenía entonces cuarenta y nueve: el rostro moreno y delgado, el perfil aquilino de una sorprendente belleza, el cabello castaño abundante y rizado. Yo observaba en ese momento la actitud respetuosa y atenta de todos los asistentes. Después de este primer ensayo de intervención, quedó largos minutos en silencio, intentando al parecer poner en orden sus pensamientos. Su mirada seguía concentrada y sus manos se agitaban de manera llamativa, como si se encontrase en trance de discurrir. Toda la audiencia permanecía silenciosa y atenta." (En Wittgenstein, de Norman Malcolm, Grijalbo-Mondadori, 1990.)


La primera edición del Tractatus se realizó en Alemania en 1921 (al año siguiente aparecería la edición en inglés). El texto fue presentado como tesis, permitiendo que su autor pudiese impartir clases en Cambridge hasta 1947. Pero Wittgenstein nunca estuvo muy de acuerdo con las diversas interpretaciones que se hicieron de su texto (y, ya puestos, ni siquiera le pareció bien el prólogo realizado por Russell, al que acusó de no entender sus ideas). Y es que el estilo del filósofo es realmente difícil, como vamos a poder comprobar. El Tractatus logico-philosophicus está escrito casi en forma de aforismos, en sentencias cortas que además aparecen relacionadas siguiendo una peculiar notación numérica. Vamos a ver un ejemplo.
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"4.111.- La filosofía no es una de las ciencias naturales.

(La palabra "filosofía" debe significar algo que esté sobre o bajo, pero no junto a las ciencias naturales.)

4.112.- El objeto de la filosofía es la aclaración lógica del pensamiento.

La filosofía no es una doctrina, sino una actividad.

Una obra filosófica consiste esencialmente en elucidaciones.

El resultado de la filosofía no son "proposiciones filosóficas", sino el esclarecerse de las proposiciones.

La filosofía debe esclarecer y delimitar con precisión los pensamientos que de otro modo serían, por así decirlo, opacos y confusos." (Edición española de Alianza Editorial, 1987.)

Tenemos aquí un proyecto programático para la nueva filosofía: poner en orden el pensamiento, ordenar y organizar las proposiciones hasta hacerlas claras (que diría Descartes). Todo esto está muy bien, pero el Tractatus no era precisamente un ejemplo de claridad, como observamos al seguir leyendo el fragmento:
 
"4.113- La filosofía delimita el campo discutible de las ciencias naturales.
 
4.114.- Debe delimitar lo pensable y con ello lo impensable.
 
Debe delimitar lo impensable desde dentro de lo pensable.
 
4.115.- Significará lo indecible presentando claramente lo decible."
 
¿Qué te parece? ¿Te enteras de "lo que se puede decir" y lo que no?

Una de las ideas fundamentales del libro es la llamada "teoría figurativa del significado". Lo que viene a decir es que una proposición no es sino una especie de figura o representación de la realidad, que expresa una situación real o hipotética. Podemos entender mejor dicha idea si nos hacemos nosotros también una representación mental. Por ejemplo, en su Diario filosófico (1914-1916) Wittgenstein pone como ejemplo la proposición "A combate con B". Si nos hacemos como un esquema mental del significado (o sentido, en la terminología del autor) de dicho enunciado tendremos que establecer una relación isomorfa (con la misma forma) entre cada elemento de la proposición y su reflejo en el mundo real. Por ejemplo, en la siguiente imagen A podría ser el propio Wittgenstein, mientras que B podría ser Karl Popper, en el "peculiar combate" comentado anteriormente.
Wittgenstein, Popper y el atizador
en una imagen tomada del blog factorserpiente. 
De este modo a cada nombre en la proposición le corresponde algo (un objeto) en la realidad, y la relación que guardan en la proposición es el reflejo de la combinación de los objetos en el mundo real. "El mundo es todo lo que acaece", es la totalidad de los hechos, y el lenguaje nos sirve para representar "estados de cosas": nos muestra la estructura lógica del mundo. Por eso, "Los límites de mi lenguaje significan los límites de mi mundo".
Una proposición puede ser verdadera o falsa, según refleje o no el orden del mundo (el estado de cosas que existen o han existido). Pero esto nos lleva también a concluir que hay cosas que no pueden decirse, porque superan "los límites del mundo", lo que nos llevará al atomismo lógico (como veremos en el siguiente apartado).
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Proposiciones del Tractatus.

1. El mundo es todo lo que acaece.

2. Lo que acaece, el hecho, es la existencia de los hechos atómicos.

3. La figura lógica de los hechos es el pensamiento.

4. El pensamiento es la proposición con significado.

5. La proposición es una función de verdad de la proposición elemental.

6. La forma general de una función de verdad es [p,x,N(x)].

7. De lo que no se puede hablar, mejor es callarse.


Estas siete proposiciones van siendo desarrolladas siguiendo el orden numérico antes señalado. Las cuatro primeras ya las hemos explicado. Las más difíciles, por ser cuestiones estrictamente lógicas, se desarrollarán en los siguientes apartados del tema. Y la última es una de las frases más citadas de toda la historia de la filosofía (si se hubiese practicado más, ¿no crees que habríamos tenido que estudiar menos filosofía?).