3. El segundo Wittgenstein y los juegos del lenguaje

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Aquí tenemos otro claro ejemplo que cómo Wittgenstein practicaba esa labor que es la filosofía. Las imágenes pertenecen a una película de Derek Jarman, y se representa casi como una obra de teatro (hay que tenerlo en cuenta para entender la escena), pero nos muestra lo que debería ser una clase de este autor (para quien la filosofía era casi "un modo de vida", una necesidad vital).

 


En los dos vídeos que hemos presentado sobre la vida y obra de Ludwig Wittgenstein intentamos dejar clara la diferencia entre dos formas distintas de ver y entender la filosofía. El primero se centraba fundamentalmente en el Tractatus y su influencia. Ahora le toca el turno a las Investigaciones filosóficas. En ellas el autor niega algunas de las tesis centrales de su obra anterior, y, en cierto sentido, inicia un nuevo giro en la filosofía. La idea fundamental es que se ha malinterpretado el significado de "significado". Los discursos filosóficos son como embrollos lingüísticos, como una "madeja" que fuera necesario desenredar; es necesario ir tirando del hilo del significado para entender correctamente en qué nos hemos equivocado en la historia de la filosofía.
Mejor que hablar del significado de las palabras deberíamos hablar del uso que se hace de ellas. Las palabras, el lenguaje, no son sino herramientas con las que contamos para enfrentarnos al mundo, y, por lo tanto, para comunicarnos. Toda la filosofía anterior ha padecido una especie de "solipsismo", al centrarse exclusivamente en el propio pensamiento,  en lo que hacemos con las palabras cuando pensamos. El error fundamental consiste en la idea del lenguaje como algo privado. En realidad, dice Wittgenstein, no deberíamos perder el tiempo en nuestros propios pensamientos, sino comunicarnos, hablar, hacernos entender con los demás (pues de esta forma es como podemos entendernos a nosotros mismos).
Así, Wittgenstein afirma que el significado de una palabra viene determinado por su uso en el lenguaje cotidiano. El lenguaje es parte de nuestra actividad, de nuestra forma de vida. Decir, como afirmaba en el Tractatus, que las palabras son reflejos de los objetos, de las cosas del mundo, no es sino olvidar todas las otras funciones de nuestro lenguaje, cuya virtud fundamental es la comunicación.
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Una de las afirmaciones más conocidas de esta obra dice:

Ilustración de las Investigaciones filosóficas
en Wikimedia Commons, bajo licencia CC


"La filosofía es una lucha contra el embrujo de nuestro entendimiento realizado a través de los medios de nuestro lenguaje."


Los problemas filosóficos surgen de no tener en cuenta el uso real del lenguaje; existen una serie de juegos de lenguaje, y esto es precisamente lo que el filósofo olvida cuando desarrolla su labor: las explicaciones ambiguas o sin sentido pueden ser debidas a simples errores en la consideración del juego que estemos jugando. El lenguaje mismo es como un juego, y los juegos del lenguaje tiene como "un aire de familia", un cierto parecido, que permite relacionarlos. El lenguaje tiene múltiples funciones, y la doctrina del Tractatus se nos muestra errónea al considerar solamente uno de ellos: las palabras pierden su significado si olvidamos su contexto y el juego en el que nos encontramos inmersos.
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 "Intérprete" en lengua de signos
  en Wikipedia, bajo licencia CC

 
En el prólogo a sus Investigaciones Wittgenstein menciona la influencia de un economista italiano en su obra; se trata de Piero Sraffa. Cuenta la anécdota que un día, hablando nuestro autor de la forma lógica de las proposiciones, su interlocutor realizó un gesto típico de su país con la mano, como señalando una actitud de desprecio, y entonces le preguntó a Wittgenstein por la "forma lógica" de dicho gesto. Wittgenstein se quedó pensando (como otras tantas veces), y puede ser que de aquí naciera una nueva visión del mundo: el análisis del lenguaje.
"Llegados a este punto, creo que podemos decir que Agustín de Hipona describe el aprendizaje del lenguaje humano como si se tratara de la llegada de un niño a un país extraño cuyo idioma no conoce; esto es: como si éste dominara ya un lenguaje, sólo que no el del país visitado. O también: como si el niño pudiera ya pensar, aunque no hablar. Y "pensar" debe ser concebido aquí como "hablar con uno mismo". (Investigaciones filosóficas, 32.)

A partir de aquí Wittgenstein diferencia entre la función descriptiva de la filosofía, que ayuda a entender los diversos usos del lenguaje, y su función terapéutica, que nos permite enmendar los errores del lenguaje, el mal uso que hacemos de nuestros juegos, como es el caso del lenguaje metafísico. De ahí la perplejidad que suscitan este tipo de proposiciones, y el malestar que produce su incomprensión. 
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Recordemos, para finalizar, de nuevo el Tractatus:

"6.5. Si una respuesta no se puede expresar, la pregunta que le corresponde tampoco se puede expresar.

El enigma no existe.

Si una pregunta se puede llegar a formular, también puede ser contestada."


"6..51. El escepticismo no es irrefutable, sino obviamente insensato, cuando pretende dudar allá donde no se puede preguntar."