4.1 Stuart Mill


 John Stuart Mill. Imagen en Flickr
El utilitarismo ético de John Stuart Mill parte de una visión empirista del conocimiento y se complementa con una interpretación económica y sociopolítica heredera de la escuela clásica inglesa y el liberalismo, con planteamientos reformistas.

Mill continúa la tradición empirista de autores como David Hume respecto en su teoría del conocimiento: todo el conocimiento, incluso las mismas reglas lógicas que rigen nuestro pensamiento, encuentra su origen en la experiencia sensible. El proceso por el cual llegamos a formular las leyes científicas es la inducción, o generalización a partir de los casos particulares. Siendo la inducción un proceso falible, ya que depende de los casos que se nos presenten, la ciencia nos conduce a un conocimiento probable y no definitivo, por lo que debe estar sometida a un proceso de revisión continua. Por otro lado, al estar nuestro saber fundado en la experiencia, no podemos esperar llegar a un conocimiento absoluto ni aspirar a que éste se extienda, más allá de la sensibilidad, a entidades metafísicas como Dios o el alma.

 

 
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En Principios de Economía Política llevó a cabo un minucioso análisis sobre el sistema económico que incluye el estudio del salario en relación con la ley de la oferta y la demanda, el beneficio como renta del capital o la teoría del intercambio, que parte de la utilidad como factor determinante. Mill concibe la Historia como un proceso marcado por la lucha entre la libertad y la autoridad. En su obra política, intenta conciliar su defensa de la libertad individual con un concepto del estado garante de la misma y corrector de las desigualdades económicas. En su obra Sobre la libertad lleva a cabo un alegato de gran trascendencia política en su defensa. Éste afirma el derecho del individuo para hacer aquello que desee, incluso contra él mismo, siempre que sus actos no supongan daño a los demás; un principio que matiza por la ligazón entre el individuo y la sociedad y que suspende en los casos de incapacidad de autogobierno. Ensalza la libertad de expresión, condición necesaria para el progreso social, y critica la presunción de infalibilidad que conduce a los actos de censura e imposición sobre planteamientos diferentes a los propios. La libertad social es definida como la protección frente a la tiranía del gobernante, advirtiendo también de la posibilidad, entre sus formas posibles, de la tiranía de la mayoría; frente a la tiranía busca determinar los límites del poder sobre el individuo y preservar sus derechos y libertad política. Entre sus alegatos políticos destacan su rechazo a la esclavitud y a favor de la educación y equiparación social de la mujer.
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"A fin de ilustrar más completamente el error de negarse a oír a determinadas opiniones porque nosotros, en nuestro propio juicio, las hayamos condenado, será conveniente que fijemos la discusión en un caso concreto; y elijo, preferentemente, aquellos casos que son menos favorables para mí, en los cuales el argumento contra la libertad de opinión, tanto respecto a la verdad como a la utilidad, está considerado como el más fuerte. Supongamos que las opiniones impugnadas son la creencia en Dios y en la vida futura, o algunas de las doctrinas corrientes de la moralidad. [...] Pero debe permitírseme observar que no es el sentirse seguro de una doctrina (sea ella cual sea) lo que yo llamo una presunción de infalibilidad. Esta consiste en tratar de decidir la cuestión para los demás, sin permitirles oír lo que pueda alegarse por la parte contraria. Y yo denuncio y repruebo esta pretensión igualmente cuando se refiere a mis más solemnes convicciones. Por positiva que pueda ser la persuasión de una persona no sólo de la falsedad, sino de las consecuencias perniciosas de una opinión —y no sólo de estas consecuencias pernicionsas, sino para adoptar expresiones que terminantemente condeno de su inmoralidad e impiedad—, si a consecuencia de este juicio privado, aunque esté apoyado por el juicio público de su país o de sus contemporáneos, prohíbe que esa opinión sea oída en su defensa, afirma quien tal haga, su propia infalibilidad. Y esta presunción, lejos de ser menos reprensible o peligrosa, por tratarse de una opinión que se llama inmoral e impía, es más fatal en este caso que en cualquier otro."



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Para terminar, te proponemos que realices este crucigrama elaborado con los conceptos, las corrientes de pensamiento y los autores que hemos visto en este tema.

 

Icono de IDevice de pregunta AV - Pregunta de Elección Múltiple
Repasemos brevemente el apartado del utilitarismo en con este ejercicio de elección múltiple:

Son representantes del utilitarismo:
  
John Stuart Mill y Augusto Comte.
Jeremy Bentham y John Stuart Mill.

Según el utilitarismo, la moralidad de una acción depende de:
  
La recta intención con la que la misma se realiza.
Sus consecuencias.

Para Stuart Mill:
  
En las acciones debe perseguirse la consecución del mayor placer para el mayor número. La elección puede determinarse en términos cuantitativos.
En las acciones debe perseguirse la consecución del mayor placer para el mayor número. Los placeres son interpretados según una jerarquía en la que predomina los intelectual sobre los físicos.

  
Frente a la tiranía del gobernante, Stuart Mill defiende la libertad social y la absoluta autoridad de la mayoría política.
Stuart Mill rechaza la tiranía del gobernante pero también la de una mayoría; el estado debe ser el garante de los derechos individuales.