2.1 Hegel
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Hemos visto como un sentido crítico de la razón propio del pensamiento ilustrado había determinado límites precisos al conocimiento y dejado atrás como ilusiones las explicaciones sobre lo real concebidas en el seno de la metafísica. Si pensabas que con ello el camino había quedado ya definitivamente trazado, las propuestas de este autor probablemente te sorprenderán: volviendo en cierto modo a Platón, reclama el carácter ideal de lo real, una idea absoluta que lo constituye todo, incluso la misma materia. Por otro lado, no concibe lo ideal como algo definitivo y estático, sino que por el contrario, destaca su carácter dinámico y procesual. Con una energía filosófica desbordante, cuando ya Immanuel Kant parecía haber dado por perdido el sueño de la razón de alcanzar un conocimiento último y absoluto, Hegel no solo vuelve a reivindicarlo, sino que considera que solo éste, como tal, puede ser verdadero conocimiento y objeto de la ciencia. Veamos cuál es su argumentación:
Hegel defiende la naturaleza ideal de lo real. La realidad es entendida como razón, espíritu o idea, una realidad absoluta que lo constituye todo. La idea es concebida de un modo dinámico:
- Inicialmente como ser absoluto, cerrada en sí misma, antes de toda manifestación, contiene en si todas las esencias.
- El resultado de su manifestación en el espacio y en el tiempo es la Naturaleza o mundo corpóreo.
- Por último la idea vuelve a sí misma a través del pensamiento, mediante la conciencia; éste es el momento del Espíritu. Esta conciencia protagoniza un proceso de perfeccionamiento que se manifiesta progresivamente en el arte, en la historia, en la religión y en la filosofía.
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Este dinamismo de lo real es caracterizado por Hegel como un proceso dialéctico. El autor rechaza toda interpretación estática o fragmentaria de la realidad; una realidad singular solo puede explicarse desde su relación con las otras cosas, con la totalidad de lo real. El motor de este proceso permanente de transformación al que lo real se encuentra sometido es la contradicción y el resultado de la misma es la continua superación. En términos generales, por dialéctica puede entenderse el proceso en el que cada momento sucesivo es el resultado de la superación de las contradicciones del momento anterior. La dialéctica puede comprenderse como una estructura triádica que, aplicando el vocabulario empleado por Fichte, constaría de tres momentos:
- Tesis, o afirmación (de un hecho natural, acontecimiento histórico, pensamiento, etc.)
- Antítesis, o negación de la afirmación anterior, momento en el que se produce la contradicción
- Síntesis o negación de la negación; integración de las fases anteriores en una unidad superior que sería, a su vez, una nueva afirmación que traerá consigo nuevas contradicciones que deberán ser superadas.
Expresando la dialéctica la realización dinámica de la historia, nada queda fuera de ella: la lógica, el mundo natural, el arte, la historia, la filosofía, etc. Partiendo de ello, Hegel entiende que el mismo conocimiento posee una estructura dialéctica, en cuanto éste es una dimensión de lo real. Desde su identificación entre idea o razón y realidad “Todo lo real es racional y todo lo racional es real”, el mismo pensamiento se constituye como protagonista del proceso dialéctico, entendiendo éste como el despliegue histórico de la idea en su búsqueda de la autoconciencia.
Como hemos visto, Kant había rechazado, por
imposible, que el ser humano llegase a alcanzar un conocimiento último
y total de lo real; aunque la razón tiende de modo natural a lo último
e ilimitado, éste habría de quedar necesariamente circunscrita a la
esfera de lo fenoménico. Sin embargo Hegel no aceptará las limitaciones
impuestas por el modelo kantiano. Su pretensión es, por el contrario,
hacer de la filosofía una ciencia cuyo resultado sea un sistema absoluto de la totalidad de lo real. Lo verdadero es el todo, no podemos tener un conocimiento adecuado de una realidad considerada aisladamente. El conocimiento dialéctico es un conocimiento absoluto ya que comprende el conocimiento de la totalidad y porque, además, conoce cada realidad particular formando parte de un todo y en relación con el todo.
Para saber más
¿De que modo ha de conducirse la conciencia hasta llegar a un saber absoluto? Este asunto, sin duda alguno ambicioso, es el tratado por Hegel en una de sus obras fundamentales, La fenomenología del Espíritu. En ella se desarrolla el concepto de una ciencia de la idea absoluta; ésta procede dialécticamente, dando cuenta de los sucesivos momentos de la idea: la idea absoluta en sí, objeto de la Lógica, en su ser fuera de sí, estudiada por la Filosofía de la Naturaleza, y en su ser en sí y para sí, tema de la Filosofía del Espíritu. Su lectura no está exenta de dificultad y requiere paciencia. En todo caso, y si sientes curiosidad por ver como se concreta tan majestuosa obra, desde este enlace en Wikipedia tienes acceso a la síntesis elaborada por José Ferrater Mora en su Diccionario de Filosofía.
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AV - Pregunta Verdadero-Falso
Verdadero Falso
Verdadero Falso
Verdadero Falso
Verdadero Falso
Verdadero Falso
Verdadero Falso
Lee las siguientes afirmaciones para determinar si se ajustan a lo visto en los capítulos del idealismo y de Hegel.
Para el idealismo la realidad es un producto del espíritu .
Verdadero Falso
Para los idealistas no existe un noúmeno o cosa en sí más allá del entendimiento humano. El conocimiento humano carece de límites.
Verdadero Falso
Para Hegel la naturaleza es la manifestación del espíritu en el espacio y en el tiempo .
Verdadero Falso
Según Hegel, el espíritu es una realidad que tiene su punto de partida en la conciencia humana. Ésta a su vez encuentra su fundamento último en la naturaleza.
Verdadero Falso
El proceso dialéctico, según Hegel, se encuentra regido por la contradicción y su resultado es una continua superación de las mismas. Sería un dinamismo característico de lo real en cualquier de sus ámbitos: la lógica, el mundo natural, el arte, la historia, la filosofía, etc.
Verdadero Falso
La síntesis o la negación de la negación representan el momento culminante, último y definitivo del proceso dialéctico.
Verdadero Falso