3. El criterio de verdad.

El Racionalismo se define como el intento de llegar a la verdad a través de la Razón, fuente de todo conocimiento (o, al menos, de todo conocimiento fiable y seguro). Recordemos que el ideal al que aspira Descartes como filósofo es el ideal matemático mismo. Pretendemos llegar en la filosofía a lo mismo que los matemáticos han elaborado a lo largo de los siglos: un conocimiento estable, duradero, eterno.
Por eso confiamos en la razón, no en los sentidos. El Empirismo se definirá como el adversario filosófico del Racionalismo. En la Edad Moderna, el tema fundamental es el del conocimiento, y, en este sentido, Racionalismo y Empirismo nos muestran un origen distinto del conocimiento mismo.
El problema es pues, en primer lugar, aclarar cómo podemos llegar a la verdad sin error posible. Y para ello Descartes formula la pregunta sobre el criterio de verdad. En el primer momento del Método hemos definido la evidencia como el criterio que seguiremos para llegar a la verdad: la intuición me proporciona un ver intelectual, tan claro y distinto, que no deja lugar a dudas (la analogía con la verdad matemática es clara).
 
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Como paso previo a la aplicación del método, Descartes plantea la necesidad del ejercicio de la duda metódica. Si intentamos encontrar una verdad cierta y segura, si buscamos una certeza absoluta de la que partir y en la que apoyar todo nuestro conocimiento, es necesario en primer lugar dudar de todo aquello de lo que se pueda dudar.
Esta duda es metódica pues se trata de un paso o una etapa previa necesarios en la búsqueda de la certeza. Descartes la define como provisional o teorética. Y es que Descartes no es un escéptico, no llega a la duda como conclusión, sino como un recurso para establecer el punto de partida del verdadero conocimiento, cierto y seguro. Para poder estar seguros de algo y tener la certeza de su verdad, es necesario en primer lugar dudar de todo.
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Es imprescindible que captes la importancia que tiene el tema de la duda para Descartes. Tengo que dudar de todo para llegar a algo de lo que no se pueda dudar. Pero, antes incluso de plantear el ejercicio de la duda metódica cartesiana, ¿por qué no lo practicas tú? Lo que queremos decir es que vendría bien que antes de ver el siguiente apartado pienses detenidamente si hay algo de lo que puedes dudar (o, incluso, si crees que, puestos a dudar, se puede dudar de todo). Lo que queremos es que hagas tuya la duda, y respondas a la manera cartesiana: ¿de qué puedo dudar?