4. El desarrollo del sistema cartesiano: la demostración de la existencia de Dios.

Por otro lado, en las Meditaciones Metafísicas (Meditación II: De la naturaleza del espíritu humano; y que es más fácil de conocer que el cuerpo), afirma: "¿Qué soy, entonces? Una cosa que piensa. Y, ¿qué es una cosa que piensa? Es una cosa que duda, que entiende, que afirma, que niega, que quiere, que no quiere, que imagina también, y que siente. Sin duda no es poco, si todo eso pertenece a mi naturaleza".
Hasta ahora Descartes ha demostrado que existe algo que piensa (esto es, dice, una mente, un espíritu, un entendimiento o una razón). Pero todavía queda por demostrar la existencia del mundo mismo (que ha sido puesto previamente en duda, no lo olvidemos).
Para resolver este problema Descartes tiene que recurrir previamente a la demostración de la existencia de Dios en su sistema. Luego, una vez que ha conseguido demostrar su existencia, entonces, a través del principio de veracidad divina (puesto que Dios es bueno y bondadoso no puede querer que yo viva en el engaño) conseguirá demostrar la existencia del mundo mismo.
Puede ser que a nuestros oídos suene extraño esta forma de proceder del autor, pero hay que tener en cuenta el momento histórico concreto en el que vive (durante toda la Edad Media la cuestión de la demostración de la existencia de Dios ha sido fundamental en la filosofía).
 

 Tetragrammaton en el Palacio de Versailles
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La demostración de la existencia de Dios la plantea Descartes de tres formas distintas:

La primera de ellas requiere previamente aclarar la teoría de las ideas innatas. Según Descartes existen tres tipos de ideas: las ideas innatas, que están en nosotros desde el momento mismo del nacimiento, al menos como potencialidad, las ideas adventicias, o derivadas de los sentidos, y finalmente, las ideas facticias, o construcciones de nuestra imaginación. Hecha esta distinción, la cuestión está clara. Si en nosotros habita la idea de Dios como lo perfecto e infinito, ¿de qué tipo de idea se trata? Evidentemente, de una idea innata; pero, ¿cómo está presente en nosotros esa idea de infinitud y perfección, siendo nosotros seres finitos e imperfectos? La respuesta supone aceptar que es Dios mismo quien ha introducido en nosotros esas ideas innatas.

El segundo argumento se basa en mi propia existencia. ¿A qué se debe? No se puede deber a mí mismo, ni a que haya existido siempre, ni, por supuesto, a una causa menos perfecta. Luego he de buscar la respuesta definitiva en Dios.

El tercer argumento, no menos importante, es una variación del argumento ontológico de San Anselmo de Canterbury: si mi mente es capaz de pensar en un ser infinito y perfecto, ha de pensarlo también como existente, pues de lo contrario le restaría perfección. Luego, a partir de la idea de perfección se deduce la existencia misma del ser divino.

 

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El intento de demostración de la existencia de Dios por parte de Descartes ha sido criticado por numerosos autores (entre ellos los autores empiristas, evidentemente). Kant formulará también una crítica radical de este tipo de argumentos (en especial contra el argumento ontológico, que ya criticó el mismísimo Santo Tomás de Aquino).
Uno de los aspectos que más se han criticado en este sentido es la identificación que hace el autor de la divinidad con la perfección. Por otro lado, puedo pensar lo que quiera, puedo tener las ideas que sea, pero eso nunca puede demostrar nada en el mundo real: no podemos pasar del orden del pensamiento al orden de la realidad misma.

Una vez demostrada la existencia de Dios, siendo éste bueno y perfecto, no puedo pensar que permita que nos engañemos en todo caso, por  lo que aquellas proposiciones que veo muy clara y distintamente deben ser verdaderas y por tanto la idea de existencia de la realidad corpórea no puede ser una mera fantasía.

Solamente nos queda, para concluir la metafísica cartesiana, el paso de lo ideal a lo corpóreo. El yo o alma pensante es entera y absolutamente distinta de mi cuerpo, y puede existir sin él. En el sistema cartesiano es necesario el recurso a Dios, a través del principio de veracidad divina, para llegar al auténtico conocimiento, no sólo de mi propio cuerpo, sino de todo lo material, del mundo físico y sus leyes. Puedo pasar entonces al orden de la Física.

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El tema de la demostración de la existencia de Dios fue fundamental durante la Edad Media (¿lo recuerdas?). Ahora Descartes hace suyo el tema, pero con un planteamiento distinto, a partir de los principios propios del Racionalismo. Después de Descartes el tema seguirá siendo fundamental en la historia de la filosofía. Tienes que ir viendo la cuestión en los diversos autores y ser capaz de encontrar la relación entre los diversos sistemas filosóficos. De esta forma irás preparando la comparación para la prueba de Selectividad.