2. La navaja de Ockham
Supón que estás leyendo estas líneas en un ordenador portátil que al cabo de un tiempo se apaga. Si compruebas que está desenchufado, rápidamente tendrás la explicación de lo sucedido: la batería se había agotado. ¿Podría haber coincidido esta circunstancia con el acontecimiento de una avería que hubiese dejado sin funcionamiento al aparato? Sin ser esto imposible, posiblemente la primera explicación te bastaría para tranquilizarte, imaginando que cualquier otra, por remota, habría que descartarla.
Recurso propio |
Por Navaja de Ockham se entiende el llamado principio de economía o de parsimonia. Se trata de un principio de simplicidad según el cual es preferible siempre optar por la explicación más sencilla, ya que ésta se halla en condiciones de ser la más cierta. Ockham lo formula del siguiente modo: “Entia non sunt multiplicanda praeter necessitatem”, o lo que es lo mismo: las entidades no deben multiplicarse sin necesidad.
Si bien la noción no le pertenece, la aplicación sistemática por parte del filósofo de este principio de simplicidad supondrá, como veremos en los siguientes capítulos, una revisión sin precedentes de la metafísica y la teoría de conocimiento característicos de la filosofía tradicional, apoyada en muchos casos en ciertas nociones abstractas que Guillermo de Ockham considerará innecesarias.
Curiosidad
El concepto “navaja de Ockham” no fue inventado por nuestro autor, así para algunos el primero en utilizarlo fue, en 1852, el matemático británico William Rowan Hamilton. La asociación con Ockham proviene del modo llamativo en que él hizo uso de este principio en su desarrollo filosófico.
Bertrand Russell la interpretó del siguiente modo: no debe hacerse ninguna hipótesis cuando un fenómeno puede explicarse sin necesidad de establecerla. Aplicar este procedimiento a la ciencia, no introducir en las explicaciones científicas más elementos que los estrictamente necesarios, permitió por ejemplo, según Stephen Hawking en Una Breve Historia del tiempo, establecer los mecanismos de la física cuántica.
Bertrand Russell. Wikimedia commons |
Bertrand Russell la interpretó del siguiente modo: no debe hacerse ninguna hipótesis cuando un fenómeno puede explicarse sin necesidad de establecerla. Aplicar este procedimiento a la ciencia, no introducir en las explicaciones científicas más elementos que los estrictamente necesarios, permitió por ejemplo, según Stephen Hawking en Una Breve Historia del tiempo, establecer los mecanismos de la física cuántica.