4. La tragedia clásica francesa
A diferencia de Inglaterra, en Francia son la realeza y la corte quienes mantienen los teatros, sostienen económicamente a las compañías y deciden qué género teatral prefieren; en concreto, la tragedia. Lee atentamente el siguiente texto y señala las características que en él se indican respecto del nacimiento del teatro clásico francés.
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"El nacimiento y la vida del gran clasicismo quedan íntimamente ligados a la llamada "civilización de Versalles". En este pequeño universo de la Corte, aislado de París y del resto de Francia, Luis XIV quiso realizar el ideal de armonía razonable y de belleza ordenada que deseaba extender a todo su reino. Alrededor del rey, jefe absoluto en lo espiritual y lo temporal tanto como en lo intelectual y lo artístico, aparecieron una élite intelectual de gran valor y todo un cuerpo de escritores del rey, cuyo arte se adaptó a la imponente arquitectura del castillo de Versalles y a las condiciones de la vida social de la Corte. Así es como el teatro -tragedia y comedia-, el más social de los géneros literarios, domina todo el arte de Versalles con Racine y Molière."
R.G.ESCARPIT. Historia de la literatura francesa. Fondo de Cultura Económica. México. 1974
El triunfo de los nuevos ideales del clasicismo se debe a varios factores: la protección regia; la imposición de los "preceptos aristotélicos" y el gusto por lo claro, lo ordenado, lo riguroso, propio del "cartesianismo" (el Discurso del método de Descartes es de 1673).
En lo que se refiere a los rasgos estructurales, el teatro clásico francés se caracteriza por:
- Separación de géneros y estilos: la tragedia será grave y en estilo solemne, en verso; en la comedia, en verso o en prosa, con un lenguaje que puede ser común, pero discreto, es donde pueden aparecer personajes burgueses o de estratos más bajos.
- Las obras constan de cinco actos, según el modelo clásico atribuido a Horacio.
- Se elimina los excesos de patetismo (muertes en escena, sangre, etc.).
- Se respetan las reglas, o "tres unidades".
Los dos grandes representantes de la tragedia clásica francesa son:
Pierre Corneille (1606-1684) su teatro se caracteriza por la presentación de personajes en busca de la libertad y de la gloria. En esa búsqueda el héroe luchará ("conflicto corneliano") entre seguir los impulsos de su voluntad o acatar los dictados de un deber superior. Es el caso del Cid, en su obra clave - Le Cid (1636)- que lucha entre su amor a Jimena y su honor. Siempre se impondrá el deber, pero será un deber trágico.
Jean Racine (1639-1699) sus tragedias se refieren a dramas interiores producidos por una pasión desbordante. Sus héroes son personajes nobles, cegados por un amor prohibido o imposible, marcados por una maldición hereditaria o por un destino adverso. Así en Fedra (1677), el personaje se degradará por su amor a su hijastro Hipólito, hasta provocar la muerte de éste y su propia destrucción.
En la feria del libro de ocasión, Juan y María compran una edición de segunda mano de las obras más significativas de Racine. Allí lee la que, por muchos, es considerada su obra cumbre, Fedra. Basada en la tragedia Hipólito de Eurípides, la obra pone en escena el mito de Fedra: la historia de una madrastra enamorada de su hijastro, cuyo amor no es correspondido y que finalmente se suicida cuando recibe la noticia de la muerte de su amado.
"(Fedra, sola)
Jean Racine, por Pierre Savart. Imagen en Wikimedia Commons de engraving bajo dominio público |
Vase. ¿Qué nueva extraña ha
llegado a mi oído?
¿Y qué fuego se enciende otra vez
en mi alma?
¡Cielos, qué sorprendente novedad
tan funesta!
Yo acudía volando en ayuda de su
hijo;
desoyendo las súplicas de mi
Enone aterrada,
me rendía al tormento que roía mi
pecho.
¿Y quién sabe hasta dónde me
llevara mi impulso?
Tal vez hasta llegase a acusarme
a mí misma.
De no haberme atajado las
palabras, tal vez
la espantosa verdad escapase a
mis labios.
¡Ama Hipólito, y nada, nada
siente por mí!
Tiene Aricia su fe, tiene Aricia
su amor.
¡Dioses! Cuando le hablaba, el
ingrato implacable
me miraba orgulloso con semblante
enojado,
y creí que al amor era insensible
y que contra mi sexo todo entero
era hostil.
Sin embargo, otra pudo deshacer
su frialdad;
a sus ojos crueles otra pudo
hallar gracia.
Se conmueve quizá fácilmente su
pecho.
Sólo a mí es incapaz de mirarme
sin ira.
¿Por qué voy a empeñarme en tomar
su defensa?"
Acto IV, Escena VI.
"Clásicos Universales Planeta", Editoria Planeta. Barcelona. 1982.
Banco de palabras: celos, razón, amor, amistad, literaturas, estragos, pasiones.
"Nadie ha pintado mejor que él (Racine) los sentimientos: el
, sobre todo, con todos sus matices, ternura ingenua, pasión imperiosa, deseo perverso, delirio fatal, con sus , sus arrebatos, sus inquietudes, sus melancolías, sus sacrificios, sus amarguras y sus crímenes. Ha sido Racine el primero que en todas las haya concedido tanta importancia al amor y que haya hecho ver con tal plenitud y acierto su poderío y sus estragos. Pero no menos admirablemente representa la , el amor materno, el cariño filial, la ambición, el cobarde engaño, el celo religioso, el orgullo y el odio. El hombre, en Racine, es juguete de sus propias ; la no le sirve más que para verificar los de esas mismas pasiones."