2.3. Evolución del mercado de trabajo en España
El mercado de trabajo español ha sufrido importantes novedades durante las últimas décadas al hilo de la modernización de la economía y de nuestra sociedad en general. A partir de los años 80 ha crecido de forma significativa la población activa debido a la llegada al mercado laboral de las generaciones del baby boom, a la incorporación de las mujeres al mercado laboral y, durante la última década, al crecimiento de la inmigración. Esta última tendencia ha subsanado el nulo crecimiento demográfico que acumulábamos a finales del siglo XX, lo que implicaba un envejecimiento de la población y el descenso de la población activa.
En cuanto a la evolución de la tasa de paro, recientemente se ha hablado de milagro español, ya que se han creado unos 7,5 millones de empleos en unos doce años. En este tiempo, la tasa de actividad aumentó en cerca de dieciocho puntos porcentuales, llegando casi al 67% de la población en edad laboral.
Esta tendencia positiva se ha roto en 2008 con la crisis financiera internacional, agravada en nuestro país por la crisis del sector de la construcción. Ante esta situación la época dorada ha terminado y se requiere una reforma laboral ajustada a las necesidades de los nuevos tiempos, caracterizados por el cambio técnico y la globalización.
La crisis nos recuerda que los retrasos acumulados durante el siglo XX no se han recuperado en dos décadas y que seguimos siendo, al contrario que por ejemplo los países escandinavos, un país en el que el peso del sector de la construcción es demasiado grande, mientras que registra uno de los menores porcentajes en gasto educativo a nivel europeo.
De la misma manera, España es uno de los países europeos que tiene más empleo en ocupaciones que no requieren cualificación a la vez que la proporción de técnicos y profesionales (20,7%) es parecida a la de Grecia o Polonia, y entre 10 y 15 puntos por debajo de los países escandinavos, Holanda o Reino Unido.
Por otro lado, a estas debilidades en el empleo habría que añadir la excesiva temporalidad y la baja productividad respecto a otros países de la UE, que deberá intentar subsanarse a través de la mejora de la educación y formación profesional y la apuesta por los nuevos yacimientos de empleo de los que hablamos a continuación.
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Imagen de elaboración propia: fuente INE |
El fin del empleo seguro. José Luis Barbería. El País, domingo 22 de junio de 2008
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Imagen de Alain V en Wikimedia Commons bajo dominio público |
La crisis económica agravará no sólo las cifras de paro, sino la inestabilidad y la precariedad en el trabajo. La temporalidad no tiene por qué ser una trampa mortal -de hecho, que así se ganan muy bien la vida-, la prolongación del estado de incertidumbre incrementa el peligro potencial de deslizamiento al subempleo y al progresivo deterioro de las condiciones de vida. Salir del paro no significa, necesariamente, vencer a la precariedad. Uno de cada tres eventuales sale del negro (paro) para entrar en el gris (temporalidad) y volver a caer en el negro, círculo fatal que genera grandes sufrimientos, mina la productividad del país y grava las cuentas de la Seguridad Social.
Precariedad no es sinónimo de temporalidad. "Cuando me ofrecieron el contrato indefinido me supo a gloria, pero lo que pasa es que es un trabajo de mierda, con un salario de mierda que me sitúa en la perspectiva de una vida de mierda", exclama una administrativa situada en la treintena. También las operadoras de los Call Center, por ejemplo, tienen trabajos fijos discontinuos que no engordan las estadísticas del trabajo eventual. Les pagan a 4 o 5 euros la hora y no saben si van a trabajar 2, 3 o 4 días a la semana. Lo que saben es que si no trabajan, no ganan, ni cotizan a la Seguridad Social. "Como auxiliar administrativo, cobro por convenio 700 euros mensuales y aunque trabajo 40 horas semanales, tengo que compartir el piso, a veces, con desconocidos, para sobrevivir en una ciudad como Madrid. Da igual que tengas carrera universitaria porque, en la práctica, el sistema no te reconoce el derecho a vivir de tu sueldo, a ser independiente". Es el síndrome del "quemado" laboral.
¿Qué tendencias apunta el artículo en el mercado laboral?
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Los avances tecnológicos, económicos y sociales influyen directamente en la configuración de los puestos de trabajo y en la cualificación profesional necesaria para adaptarse a ellos. Una consecuencia de esto es la aparición de nuevas profesiones y empleos, los llamados nuevos yacimientos de empleo:
- Vida cotidiana: se refiere a actividades de nuestro día a día que tradicionalmente se cubrían en el seno de la propia familia pero para las que cada vez más se acude a profesionales. Atención a personas dependientes, servicios a domicilio, cuidado de niños, ayudas en la educación, mediación y asesoría en conflictos familiares, escolares, laborales, etcétera.
- Nuevas tecnologías: sin duda es un campo en el que nuestro país todavía tiene que hacer esfuerzos adicionales para estar a la cabeza en la sociedad de la información y de las nuevas tecnologías. En este campo estamos hablando de empleos relacionados con la informática, telecomunicaciones, comercio electrónico, Internet, etcétera.
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Imagen de elaboración propia
- Cultura y ocio: en la misma línea de lo comentado anteriormente, las personas dedican cada vez más parte de su renta a disfrutar de actividades culturales y de ocio: turismo rural, deportes de aventura, balnearios o todo lo referente al sector audiovisual y del ocio.
- Medio ambiente y desarrollo sostenible: cualquier país que quiera tener posiciones de cabeza en términos socioeconómicos debe mimar todas aquellas actividades económicas relacionadas con el cuidado medioambiental y con el objetivo de conseguir sociedades más sostenibles. La apuesta de futuro por estas actividades va a ir en aumento y además, muchas de ellas, son actividades intensivas en el uso de mano de obra. En este sentido, nos encontramos con actividades como gestión de aguas y residuos, mantenimiento de zonas naturales, control de la contaminación, energías alternativas, agricultura y producción ecológica, etcétera.
Existen otras tendencias en relación al trabajo: el empleo empieza a ser un bien escaso, aparece la opción del reparto del trabajo. Lo habitual empieza a ser la inestabilidad en el empleo (España es el país con mayor temporalidad de la UE, 29,3%). El trabajador ha de desempeñar tareas más flexibles y que requieren una formación polivalente. También crece el autoempleo y se imponen procesos de formación permanente asentados en la capacidad de aprender a aprender y aprender a lo largo de la vida.