4.1. Postulados de la razón práctica

Recordarás que al final del apartado dedicado a la Dialéctica trascendental dijimos que no había conocimiento objetivo posible sobre las ideas de la razón: el alma, el mundo como totalidad de lo existente o Dios, y que el tratamiento de estas cuestiones solo podían llevarse a cabo de una manera adecuada en el ámbito de la razón práctica.

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Kant considera la libertad e inmortalidad del alma y la existencia de Dios como postulados de la razón práctica. Son principios que, aun no siendo demostrables desde la ciencia, pueden ser aceptados desde una fe racional.  Éstos son condiciones exigidas desde la moralidad, principios para orientar la acción que la razón práctica se impone, condicionantes necesarios para la vida moral y garantía de coincidencia final entre la virtud y la felicidad.

Para que se dé el obrar moral se presupone la libertad, no puede haber obligación moral sin dicha libertad de obedecer o desobedecer la ley. Por otro lado, aunque la razón nos impone la aspiración a la virtud, ésta solo es alcanzable en un proceso indefinido, para ello ha de suponerse la existencia indefinida de la persona, o la inmortalidad del alma. Por último, solo la existencia de Dios puede constituir una garantía de conciliación entre la moralidad y la felicidad, la recompensa en la felicidad por un obrar virtuoso.
David Jacques Louis- La Mort de Marat, 1793

 David Jacques Louis- La Mort de Marat
Imagen en Wikimedia Commons

 
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Como vimos en el apartado anterior, una acción moral es una acción por deber. Debemos hacer lo que nos dicta la razón como obligatorio a pesar de que ello fuera contra nuestros propios intereses, aunque nos condujera a la desdicha. Según este planteamiento, parece claro que la búsqueda de la felicidad no puede ser el fundamento de la ley moral. ¿Crees que Kant se contradice con esto al justificar la fe racional en Dios como garantía de una recompensa de felicidad por la vida virtuosa?