1. El mundo anterior: Aristóteles y el Geocentrismo.

Pero antes de empezar con Galileo hay que ver previamente cómo era el mundo antes de él. Durante siglos se pensó que la Tierra estaba quieta en el centro del Universo. Como consecuencia de la creación divina, a nosotros nos correspondía un lugar de importancia en el Cosmos, y qué mejor lugar que el centro mismo.
Luego es evidente que la Tierra está quieta (nuestros mismos sentidos así nos lo dicen, ¿no?). Casi podríamos considerar que lo natural es pensar de este modo. No observamos movimiento alguno en el lugar donde habitamos. Si la Tierra se trasladase a la velocidad que hoy en día nos dicen (106.400 km/h, o 29,5 km/sg., como prefieras), ¿cómo no lo íbamos a notar?
Además, las Sagradas Escrituras venían a dar la razón a los filósofos griegos (en el Eclesiastés 1, 4-5, leemos que la Tierra permanece siempre en su lugar, y en el libro de Josué, capítulo 10, éste ordena al Sol que se detenga).
De esto modo, el sistema del Universo era geocéntrico, y todos los planetas giraban alrededor nuestro describiendo círculos perfectos (pues el círculo es el movimiento perfecto, y la perfección es lo que corresponde a los cielos mismos).
Claro que había un problema: algunos planetas, como hemos señalado, no se atenían a las normas descritas por los filósofos y teólogos, y realizaban movimientos nada armónicos. Constituían lo que el historiador de la ciencia T.S. Kuhn denominó una anomalía, un problema sin resolver dentro de un paradigma, de una determinada manera de entender la ciencia.
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Aunque ya hemos estudiado a Platón  en un tema anterior, sin embargo no hemos profundizado en su cosmología. Ahora es el momento. Si te interesa la cosmología platónica te recomendamos el siguiente enlace.

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¿Has visto Ágora, la película de Alejandro Amenábar? Nos muestra la lucha entre ciencia y religión, y lo difícil que es a veces buscar la verdad. En ella Hipatia de Alejandría, astrónoma del siglo IV, parece llegar a la conclusión de que el movimiento de los cielos pudiera explicarse a través de la elipse (cuando es Kepler, como luego veremos en el tema, el autor de tal logro). Lo que nos interesa es que en algunas escenas de la película se plantean los mismos problemas que aquí estamos viendo, que durante siglos buscaron respuesta. Por ejemplo, he aquí una referencia a otro astrónomo griego, partidario en este caso de la teoría heliocéntrica: Aristarco de Samos.