4.2. Soluciones globales

La búsqueda de un desarrollo sostenible como alternativa al modelo de producción y consumo de las sociedades capitalistas actuales adquiere protagonismo durante las últimas décadas y es objeto de análisis y preocupación en diferentes foros de debate y de toma de decisión política tanto a nivel internacional como regional y local. Este creciente interés se proyecta en las conclusiones de innumerables Cumbres, Congresos y Protocolos Internacionales y Nacionales y en las políticas que diseñan estrategias para un desarrollo sostenible en la mayoría de los países industrializados y en algunos países en desarrollo.

Quizá la conferencia más importante en este sentido se celebró en 1992 en la ciudad brasileña de Río de Janeiro. En la Conferencia de Río conocida como "Cumbre de la Tierra" se firmaron cinco documentos: la Declaración de Río sobre Medio Ambiente y Desarrollo, el Convenio sobre la Diversidad Biológica, el Convenio Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, la Declaración de principios relativos a los bosques y el Programa de Acción en Materia de Medio Ambiente (Agenda 21 o también conocido como Programa 21) que pretende servir como programa de actuación en la línea del desarrollo sostenible para las ciudades y municipios.

A partir de esta cumbre se afianza y se enriquece el concepto de desarrollo sostenible que va a aparecer en prácticamente todos los debates posteriores en los que se pretenden abordar los profundos cambios que requieren los modelos de crecimiento. No obstante, como en el caso de la última reunión en Copenhague, los acuerdos alcanzados parece que no están a la altura de los discursos de intenciones.

 

Imagen 21. Autor: Desconocido. Licencia: Copyright.


 


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La Cumbre de Río fue la primera cumbre internacional de Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, en la wikipedia puedes obtener más información sobre los temas tratados, los resultados y otras cumbres posteriores.

 

 

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Para hacer frente a la excesiva dependencia de los carburantes procedentes de los combustibles fósiles se recurre con cada vez más frecuencia a los biocombustibles, es decir, aquellos que proceden de la fermentación de materiales agrícolas como cereales, caña de azúcar o simplemente los restos de las cosechas. No obstante, con el tiempo se ha visto con preocupación cómo la satisfacción de la demanda de energía para los vehículos a través de biocombustibles puede disminuir los cultivos dedicados a la alimentación de la población o desforestar grandes extensiones para su plantación como ocurre en la selva amazónica.


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Por tanto, pese a que nos encontramos en un momento en el que existe una amplia sensibilización sobre la existencia de los problemas medioambientales y un mayoritario consenso sobre las raíces de los mismos (sin olvidar que a pesar de los informes científicos existe gente que niega que el cambio climático tenga que ver con la actuación del ser humano), existe una enorme resistencia para que eso se traduzca en medidas inmediatas y efectivas.

 

Y es que quizá este tipo de medidas es incompatible con el crecimiento económico tal y como lo entendemos ahora y se deberían tener más en cuenta los límites de dicho crecimiento.

 

Uno de los primeros estudios donde se defendía el cese del crecimiento fue el realizado por el Club de Roma en su primer informe (1972), en el se proponía un crecimiento nulo (crecimiento 0) para los países desarrollados, impulsando el estudio de modelos de desarrollo que tuvieran en cuenta la limitación de los recursos naturales. En el informe se describía el mundo como un sistema cerrado que podría llegar al colapso y aventuraba una fecha: mediados del siglo XXI. que quizá requerirían el desarrollo de la actividad económica bajo nuevos paradigmas.

 

En esa línea, hoy en día determinados autores y colectivos apuestan por el decrecimiento como el modelo con el que se podría compaginar mejor el respeto por el entorno y la mejora de la calidad de vida de las personas bajo la idea que mientras que la mejora de las condiciones materiales es básica para un elevado número personas, para otro, el de las personas que vivimos en la "parte rica" del planeta, se podría aplicar la máxima de que se podría vivir mejor con menos.

 


 

 

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Puedes obtener más información sobre lo que implica el decrecimiento, por ejemplo, en la página de Ecologistas en Acción:

 

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Imagen 25. Autor: Desconocido.
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Que nadie se llame a engaño: ni las protestas ecologistas ni las nuevas modalidades de consumo más sobrio bastarán para destronar la creciente hegemonía de la esfera comercial, para hacer descarrilar el tren de alta velocidad consumista, para contener el alud de nuevos productos con un ciclo de vida más breve. Sólo estamos en el comienzo de la sociedad de hiperconsumo y por el momento no hay nada que permita detener, ni siquiera desacelerar la huida hacia delante de la comercialización de la experiencia y los estilos de vida.
Sin embargo, antes o después se superará y será un momento que inventará formas nuevas de producir, de intercambiar, pero también de evaluar el consumo y de pensar en la felicidad. En un futuro lejano aparecerá una nueva jerarquía de bienes y valores. La sociedad de hiperconsumo habrá vivido su vida, cediendo el paso a otras prioridades, a un nuevo imaginario de la vida en sociedad y del vivir bien. ¿Para alcanzar un equilibrio mejor? ¿Para aumentar la felicidad de la humanidad? La felicidad paradójica. Ensayo sobre la sociedad de hiperconsumo. Gilles Lipovetsky. Anagrama. Colección Argumentos. 2007