2. Las bases de la evolución humana

"Los organismos vivientes han existido sobre la Tierra, sin saber nunca por qué, durante más de tres mil millones de años, antes de que la verdad, al fin, fuese comprendida por uno de ellos. Por un hombre llamado Charles Darwin."

Richard Dawkins, El gen egoísta


Ya tengo ganas de saber cómo se originó nuestra especie. Somos los únicos animales capaces de hacernos una pregunta sobre nuestro propio origen, y lo que es más importante, podemos darle una respuesta bastante cercana a la realidad. Conozcamos la historia de este proceso, los aspectos claves y las especies que nos precedieron en esta odisea.

¡Lástima que no tengamos forma de ver también a las especies que nos sucederán!

 

Portada del libro de Darwin

El origen del hombre, de 1871

En Wikimedia Commons, Dominio Público

Ilustración del libro de Huxley publicado en 1863

En Wikimedia Commons, Dominio Público.

Doce años después de la publicación del Origen de las especies, Charles Darwin publicó su segundo libro más importante: El origen del hombre y la selección en relación al sexo. En él, aplica los conceptos de su teoría de la evolución al origen del hombre. No era la primera vez, ya que un amigo suyo, Thomas Huxley, había publicado ya, unos años antes, que los estudios de anatomía comparada nos situaban cerca evolutivamente de los grandes monos, especialmente los africanos. Por primera vez se plantea la posibilidad de que el hombre, como cualquier otro animal, proceda de antecesores, hoy extintos, mediante un proceso lento y complejo de cambios.


Los primeros estudios científicos de anatomía comparada se hacían entre restos de especies actuales. Pero pronto se vieron ampliados con los fósiles de nuestros antepasados. De hecho, el primer fósil humano no perteneciente a nuestra especie fue descubierto tan solo tres años antes de que se publicara El origen de las especies, en el valle del río Neander en Alemania. Eran los restos óseos del bautizado como "Hombre de Neandertal". Así comenzó la paleoantropología, la ciencia encargada del estudio de la evolución humana.
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En realidad el primer fósil de un neandertal fue encontrado en Bélgica en 1829, y el segundo en Gibraltar en 1848, pero no se reconoció el significado de estos descubrimientos hasta después de que en 1863 el anatomista William King describiera el hallazgo de la nueva especie a partir del fósil encontrado años antes en el valle de Neander. Este es el comienzo de la paleoantropología.

Se inició entonces una de las mayores búsquedas de la humanidad, la del supuesto eslabón perdido, esto es, el individuo que uniría nuestra especie con la de los simios actuales. Se creyó haber dado con él en varias ocasiones: 1891 (primer fósil de Homo erectus), 1912 (con el fraude del hombre de Piltdown), 1925 (primer Australopithecus) o 2001 (Sahelanthropus tchadensis).

Pero en realidad el término eslabón perdido es engañoso, porque lo cierto es que no hay un sólo antepasado común entre dos especies actuales, sino muchos y además no serían como partes de una cadena sino más bien de un árbol.

Estos estudios de fósiles se han ido haciendo más complejos. Los métodos anatómicos usan los avances de la medicina actual (como las radiografías, resonancias, etc) para extraer información de los huesos fosilizados. No sólo permiten saber la edad y sexo del individuo al que pertenecen los restos fósiles, también su patrón alimenticio o la presencia de enfermedades. También la datación geocronológica es cada vez más precisa y nos dice cuándo vivió el individuo en cuestión, cada vez con más precisión. Y los análisis genéticos. Comparando secuencias de ADN extraídas de los distintos fósiles y suponiendo una velocidad de mutación (o cambios en el ADN) fija, podemos poner fecha a la separación de dos líneas evolutivas, o establecer su relación de parentesco.


Modificado de dibujo de Волков В.П. en Wikimedia Commons, dominio público.


Los cráneos aportan mucha información sobre nuestros antepasados. El tamaño, número y disposición de los dientes, el arco supraorbital más o menos desarrollado, la presencia o ausencia del mentón, la frente huidiza o no y la capacidad craneana son rasgos que nos permiten situar un fósil en una especie u otra de homínido. Puedes ver estas diferencias en la imagen superior.

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Nuestros antepasados son el campo de estudio de la Paleoantropología. Esta ciencia se basa principalmente en el análisis de los restos fósiles, normalmente fragmentos de esqueletos. Para indagar en ellos se utilizan técnicas variadas que tienen que ver con la paleontología, la genética, la geocronología y otras disciplinas.

Elaboración propia. Utiliza los términos vistos en este apartado y el anterior para resolver el crucigrama
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Analizando el ADN que contienen las mitocondrias de nuestras células se ha producido un sorprendente hallazgo: todos los seres humanos actuales tenemos un antepasado común, una mujer que vivió en África oriental hace unos 200.000 años y a la que se le ha dado el nombre de Eva mitocondrial. La mitocondria es uno de los orgánulos celulares más importantes, tiene ADN propio y todos las heredamos de nuestras madres.

Esto no significa que fuera la única mujer que existía (la población humana sería de varios miles de individuos), ni que fue la única que se reprodujo entonces. La población actual procede de las mujeres y hombres que vivieron en aquel entonces, pero en todos los demás casos hubo alguna generación sin descendencia femenina. De ahí, que el ADN existente en todas las mitocondrias humanas actuales proceda de esta mujer.

Si en lugar de en las mitocondrias nos fijamos en el cromosoma Y, que sólo se hereda de padres a hijos, los análisis genéticos nos revelan a un antecesor común, Adán cromosomal-Y que vivió en el occidente africano hará unos 142.000 años. Al igual que en el caso anterior, había más hombres con descendencia entonces de los cuales procedemos, pero este Adán fue el único que ha tenido una línea completa de hijos varones hasta hoy, por lo que es un ancestro común a todos nosotros.