1. La idea inicial

Todo proyecto de creación de una empresa tiene su origen en una idea que se plantean los promotores de la misma, que surge como consecuencia de una oportunidad de negocio. Esta idea puede ser absolutamente novedosa pero lo normal es que sea una idea que tenga que competir con otras similares en un mismo mercado.

La idea que sostendrá nuestro negocio debe cubrir una demanda del mercado a la que va destinada. Debemos conocer las necesidades de los consumidores, y como satisfacerlas. La idea es la base del éxito y creer en ella. Para ello:

  1. Valorar si para la actividad que se quiere ejercer se está capacitado en cuanto a conocimientos y destrezas. Su desarrollo debe ser posible para nosotros.
  2. Verificar que hay un mercado potencial para la actividad. Bien porque hay demanda no cubierta o bien porque el producto o servicios tiene ventajas comparativas: mejor precio, mayor calidad, proximidad...
  3. La idea debe ser novedosa o necesaria. Estos dos factores no deben tomarse de una manera radical. Para tener garantizado el éxito no se está obligado a realizar un descubrimiento científico revolucionario o comercializar algún producto vital. Basta con que se mejore un producto ya existente o que se ofrezca un servicio de manera más atractiva.
  4. Hay que analizar si se tienen los recursos económicos necesarios para poder acometer los gastos necesarios.
  5. Realizar un estudio sobre la rentabilidad del negocio, ingresos y gastos previstos, es decir, debe producir beneficios suficientes.
Una vez esbozada la idea es necesario profundizar en el conocimiento del negocio, obteniendo información adicional con la que contrastar nuestra intuición y poder corroborarla. Buscaremos información de personas especializadas, empresarios, empleados, Cámara de Comercio, lectura de prensa especializada, asociaciones, internet... La idea hay que testarla, validarla y asegurarse de que es una buena idea, para ello se utiliza el plan de empresa.
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¿Cómo fomentar la creatividad? La creatividad es clave para el espíritu emprendedor, pero en muchas ocasiones, las viejas creencias o costumbres inhiben el pensamiento creativo. Ello es así porque estamos habituados a utilizar el pensamiento convergente (analítico y reflexivo), y no damos la misma importancia al pensamiento divergente como plantearse la pregunta "qué pasaría si....". Ejemplos: walkman, huevos kinder, barras de cereales...

Puedes ver los siguientes videos sobre la creatividad, ¡te gustarán!

 

 


Icono de iDevice Caso de estudio

Recuerda siempre que el ánimo, la alegría, la visión positiva, la confianza en uno mismo, voluntad de esfuerzo, paciencia, aceptar los cambios.... pueden ser determinantes para el éxito o fracaso de nuestro proyecto. Creer en una idea de forma decidida y enfocar todas sus actuaciones con entusiasmo es trascendental para lograr el éxito de una empresa.

¿Tienes espíritu emprendedor? ¿Alguna idea buena en tu cabeza que podrías poner en marcha?