Imagen 4. En Wikimedia Commons de Paris 16 bajo dominio público

Por encima de los objetivos vistos en el punto anterior, la política economía de un país debería buscar como fin general un mayor bienestar y desarrollo para todos sus ciudadanos.

En cierta medida, los logros de algunos propósitos como el del crecimiento, el empleo o la estabilidad de precios contribuyen a que se alcance dicho bienestar. Pero incluso el crecimiento económico no siempre afecta positivamente a todos los habitantes de una sociedad. Dicho de otra manera, el logro de la eficiencia económica no siempre nos lleva a una mayor equidad.

La distribución de la renta que realiza el mercado depende del reparto de la riqueza previa (quienes sólo dependen de su trabajo para obtener renta tienen menos posibilidades que los que poseen un patrimonio familiar). Por ello el sector público va a llevar a cabo acciones con el fin de garantizar la igualdad de acceso a bienes como la educación o la sanidad. En este caso estamos hablando de la búsqueda de la equidad horizontal o de igualdad para acceder al mercado.

Por otro lado, hay que señalar que la progresividad de los impuestos le permite al sector público obtener más ingresos de los ciudadanos que tienen más renta o riqueza, con los que podrá realizar transferencias de los mismos a los que tienen menos capacidad económica. En este caso hablamos de equidad vertical o de redistribución de la renta. Estos objetivos están en la base de lo que denominamos Estado de Bienestar.

• La libertad económica: la intervención del sector público en la economía no debe cuestionar la libertad de los agentes económicos a la hora de llevar a cabo sus funciones económicas: libertad de elección, de trabajo, de formar un sindicato, de entrada y salida de empresas en los sectores económicos, etcétera.

• La sostenibilidad: es uno de los grandes retos de las economías actuales, ya que el objetivo del crecimiento económico no siempre respeta los límites del medio natural. La política económica debería tener en cuenta el desarrollo sostenible, es decir, la satisfacción de las necesidades de las generaciones presentes sin limitar las posibilidades de las futuras.

• La solidaridad: sistemas económicos tan competitivos como el actual deberían dejar más margen a objetivos como la solidaridad a la hora de lograr sociedades más justas y con valores éticos. La solidaridad se tiene que poner de manifiesto a la hora de pagar impuestos, en las relaciones de unos sectores con otros, de unas Comunidades Autónomas con otras, etcétera.

Imagen 6. Creación propia.