Imagen 1. Autor: Xosé Castro. Licencia Cretive Commons

Querida Lola:

Hace tiempo que no sé nada de ti y de tu familia. Espero que estéis todos bien. Durante las Navidades he pensado mucho en lo bien que nos lo pasábamos juntas, de pequeñas, cuando vivías aquí.

¿Te acuerdas que, desde mucho antes de las Navidades, nos poníamos a comer turrones, polvorones y peladillas? ¿Y qué me dices de todas las barbacoas que hacíamos durante las vacaciones navideñas? No sabes cómo me acuerdo del chisporrotear del fuego cuando caían las gotitas de grasa de la panceta sobre las llamas. Todavía recuerdo con nostalgia el olor y sabor de todas esas cosas que asocio a la Navidad...

Como sabes, estoy ya en segundo de bachillerato y he escogido Biología. Me apetece hacer un Ciclo Superior de Formación Profesional o bien una carrera pero relacionados en ambos casos con el mundo de la salud.

Hemos dado los glúcidos y los lípidos en clase. Te preguntarás qué son esas palabras ¿verdad? Son simplemente la denominación que reciben en Biología los grupos de biomoléculas a los que pertenecen los azúcares y las grasas, respectivamente.

Cuando empezamos a dar el tema me he acordado de todo lo que comíamos en aquellas fechas y que básicamente se reducían a esos dos tipos de compuestos. Pero entonces desconocía qué y cuáles eran, su estructura, su función en el organismo y, más aún, en nuestras células.

Te adelanto que es fascinante conocer sus estructuras y que, éstas, están relacionadas con la función que van a realizar en los organismos, pero también te confieso que, ahora que sé un poquito más, reflexiono sobre lo perjudicial de algunos de esos alimentos que comíamos sin control.

Te tengo que dejar, ya es tarde-noche y me tengo que poner a estudiar...