5. Literatura hebrea. La Biblia

María ya ha conocido varias civilizaciones antiguas y algunas de sus manifestaciones literarias: Mesopotamia, la India, Egipto, China... Pero en su búsqueda ha encontrado algo que no esperaba: La Biblia. ¿Por qué aparecen los textos bíblicos en la literatura de la antigüedad? ¿En qué tradición literaria se enmarca esta obra? María va a descubrir uno de los mayores tesoros literarios de la Literatura universal.
 La Biblia: manuscrito del siglo XI. Imagen en Wikimedia Commons de Elizabeth G. Sørenssen & Jingru Høivik  bajo dominio público

Las principales manifestaciones de la literatura hebrea antigua se encuentran comprendidas en La Biblia, palabra que procede del griego y significa ‘los libros'. Se trata de una colección de textos que, según el caso, son canónicos o sagrados para las religiones judía y cristiana. Desde una perspectiva estrictamente cultural, hay que destacar que en La Biblia se recoge abundante tradición literaria de culturas como la mesopotámica o la egipcia, además de su incuestionable valor literario y su influjo en la civilización, en el arte y, en especial, en la literatura del mundo occidental. Basta con decir que ha sido traducida, de manera total o parcial, a más de dos mil idiomas.

Está dividida en dos partes, que conforman La Biblia cristiana: el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento.

El Antiguo Testamento consta de cuarenta y cinco libros escritos mayoritariamente en hebreo -hay una pequeña parte escrita en arameo- durante los siglos XI-I a.C., aunque es difícil delimitar las fechas debido a la procedencia oral de muchos materiales. En ellos se relata la historia revelada del pueblo hebreo, sus creencias y tradiciones.

El Nuevo Testamento está formado por veintisiete libros escritos en griego (siglo I d.C.) y se centra en el nacimiento, la vida, la muerte y la resurrección de Jesús de Nazaret.

En este tema nos ocuparemos del Antiguo Testamento.

Los libros que constituyen el Antiguo Testamento son de cuatro tipos:

  • Libros históricos, que se escribieron a partir de relatos de la tradición oral sobre la historia del "pueblo elegido" por Jehová y sobre múltiples biografías y anécdotas de personajes considerados relevantes.
  • Libros poéticos, que contienen gran profundidad lírica y belleza literaria.
  • Libros proféticos, que se consideran escritos por los profetas, por lo que predomina el carácter prescriptivo (las normas) y predictivo (los vaticinios).
  • Libros sapienciales o gnómicos, cuyas enseñanzas se expresan de forma aforística y proverbial con un fin didáctico.
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¿Es posible abordar La Biblia desde una perspectiva cultural y literaria? Lee este fragmento del artículo "La Biblia ¿un libro o una biblioteca?", de Javier Velasco Arias:

"La Biblia contiene un conjunto de documentos, escritos a lo largo de aproximadamente diez siglos y, por consiguiente, una literatura diversa. Pero la diversidad no sólo es consecuencia de la distancia cronológica entre los diversos libros, sino también por los distintos géneros literarios que reconocemos en ellos. En la Biblia encontramos historia, literatura sapiencial, épica, poesía, cánticos, novela, textos legislativos, profecía, plegaria, género epistolar, evangelios, apocalíptica, etc. Todo un elenco de géneros literarios; toda una biblioteca con obras literarias bien variadas. Este vasto legado literario y cultural ha dejado su huella indeleble en nuestra civilización occidental y europea. Es una realidad incuestionable."

JAVIER VELASCO ARIAS, La Biblia ¿un libro o una biblioteca?

Explica con los datos que tienes hasta el momento a qué se refiere el autor con las siguientes expresiones que relaciona con La Biblia:

  • "la distancia cronológica entre los diversos libros"
  • "toda una biblioteca"
  • "vasto legado literario y cultural"
  • "huella indeleble"
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La Biblia se ha convertido en una fuente inagotable de temas, personajes y motivos en la industria cinematográfica, que cuenta con notables superproducciones de tema bíblico, como la célebre película Los diez mandamientos (1956), de Cecil B. DeMille.

También en nuestra lengua se deja sentir este legado, ya que La Biblia ha proporcionado materiales culturales que impregnan la conciencia colectiva, de modo que empleamos expresiones coloquiales como "ser más viejo que Matusalén", "tener más paciencia que el santo Job", "lavarse las manos como Pilatos" o "llorar como una Magdalena", en las que establecemos símiles o comparaciones con personajes bíblicos. Incluso se han incorporado términos a nuestro léxico a partir de ellos, como ocurre con la palabra 'moisés'.