4. La renovación narrativa de los 60. Luis Martín Santos

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Imagen 5. Autor: tripu. Licencia Creative Commons
"Nacer, crecer, bailar una vez en la fiesta del pueblo delante de la procesión del Corpus con el moño alto, porque era buena bailarina y se decidió, que sí, que a pesar de todo, a pesar de estar determinada al dolor y a la miseria por su origen, ella debía bailar ante el palio en la procesión del Corpus, en la que el orgullo de la Custodia a todos los campesinos de la plana toledana salva, hundirse después, hundirse hacia la tierra, rodear el airoso talle (que la hizo elegir para la fiesta) de tierra asimilada, comida, enterrarse en grasa pobre, ser redonda, caminar a lo ancho del mundo envuelta en esa redondez que el destino otorga a las mujeres que como ella han sido entregadas a la miseria que no mata, huir delante de un ejercito llegado de no se sabe dónde, llegar a una ciudad caída de quién sabe qué estrella, rodear la ciudad, formar parte de la tierra movediza que rodea la ciudad, la protege, la hace, la amamanta, la destruye, esperar y ahora gemir.
No saber nada. No saber que la tierra es redonda. No saber que el sol está inmóvil, aunque parece que sube y baja. No saber que son tres Personas distintas. No saber lo que es la luz eléctrica. No saber por qué caen las piedras hacia la tierra. No saber leer la hora. No saber que el espermatozoide y el óvulo son dos células individuales que fusionan sus núcleos. No saber nada. No saber alternar con las personas, no saber decir: "Cuánto bueno por aquí", no saber decir: "Buenos días tenga usted; señor doctor". Y sin embargo, haberle dicho: "Usted hizo todo lo que pudo".
Y repetir obstinadamente: "El no fue". No por amor a la verdad, ni por amor a la decencia, ni porque pensara que al hablar así cumplía con su deber, ni porque creyera que al decirlo se elevaba ligeramente sobre la costra terráquea en la que seguía estando hundida sin ser capaz nunca de llegar a hablar propiamente, sino sólo a emitir gemidos y algunas palabras aproximadamente interpretables. "El no fue" y ante la insistencia de un hombre, tal como ella nunca había conocido que existieran - dotados de esa alta prepotencia - aunque bien que lo adivinaba a veces mirando la ciudad de lejos con su nube de humo encima surgida de ciertos agujeros que hasta tanto más tarde no había de conocer, repetir: "Cuando él fue, ya estaba muerta".
"El no fue" y seguir gimiendo por la pobre muchacha surgida de su vientre y a través de cuyo joven vientre abierto ella había visto, con sus propios ojos, írsele la vida preciosista que, como único bien, le había transmitido."

En 1962, con veinte páginas censuradas, según me comentó Pedro en un tono poco usual en él ("¡Canallas! ¿Cuándo dejaremos de adulterar la creación?") sale a la luz Tiempo de silencio. Me encontraba ya colocando las baldas de la novela experimental y el cajón con las cartas con el sobre aéreo se iba llenando. Algún día tendría que abrirlas. Aunque ahora tenía menos tiempo, pues había comenzado a trabajar en la biblioteca municipal de forma voluntaria, al principio, ayudando al viejo bibliotecario que no quería jubilarse aún.

Pero en ese momento me encontraba en casa, con la novela de Martín Santos entre las manos y con los ojos puestos en un fragmento de la página 240. Nada que ver con la novela anterior ni por técnica ni por tratamiento de los temas. Me imagino que a la Junta de censores que le tocó juzgarla le cogió tan de sorpresa como al público que la leyó dos años después de ser escrita. También en la narrativa comenzaba la renovación, tal vez por causas semejantes a lo que estaba ocurriendo en poesía y en teatro.



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La narrativa experimental maneja recursos distintos a los de la novela tradicional. Muchos de ellos se pueden encontrar en la novela de Martín Santos:
  • Desaparición de la voz narradora en busca de la novela objetiva.
  • Perspectivismo o introducción de distintos puntos de vista.
  • Pierde importancia el argumento en favor de elementos formales o digresionales.
  • Se introducen elementos antirrealistas: fantasía, irracionalismo, símbolos, alucinaciones, magia...
  • Se recrean los personajes colectivos, los marginales y conflictivos socialmente.
  • Desaparecen los capítulos y las estructuras lógicas de presentación, nudo y desenlace.
  • Se experimenta con el tiempo y el espacio: concentración espacial, acciones simultáneas, saltos temporales, elipsis...
  • Uso del monólogo interior, del estilo indirecto libre, desaparece el diálogo.
  • Se incorporan elementos extraños a la narración: informes, anuncios, textos.

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Completa el texto con las palabras que se te ofrecen:

Banco de palabras: Cela, Benet, Tiempo, social, Joyce, Goytisolo, posguerra, Torrente, Delibes.

Con de silencio de Luis Martín Santos (1962) se cierra, de alguna manera, el ciclo de la novela y se inicia esa renovación de la novela española. Es obvio que la Guerra Civil y la retrasaron, en buena medida, este cambio de sentido literario. En Europa la obra de y Proust había planteado técnicas que hasta casi 20 ó 30 años después no son retomadas por los autores nacionales. En la renovación de nuestra novela participan tanto autores jóvenes (Juan , Volverás a Región y Juan Reivindicación del conde don Julián) como los ya consagrados. Es el caso de  Camilo José con San Camilo (1936), Mazorca para dos muertos; Miguel y Las guerras de nuestros antepasados Ballester con La isla de los jacintos cortados.
  

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El pesimismo y la tragedia que se respiran en Tiempos de silencio no son ajenos a la propia biografía de su autor. Médico psiquiatra de profesión, Luis Martín Santos trabajó en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, ambiente que retrata en su novela casi de forma autobiográfica, y conoció el mundo literario del Madrid de la época. Su matrimonio apenas duró diez años, pues su mujer murió por un escape de gas. Al año siguiente, un accidente de automóvil acabó con la vida del escritor que aún no había cumplido los 40. Su novela completa, sin censuras, no vio la luz hasta 1981.

Icono IDevice Objetivos
La novela de los 60 es, ante todo, experimental. Los autores buscan nuevos recursos en sus producciones. La obra que marca el cambio de rumbo es Tiempo de silencio, de Martín Santos.