6. Los Novísimos

Aquel invierno fue difícil para Pedro. El deterioro físico era cada vez más apreciable. La artrosis le dejaba rígido y con escasa capacidad para desplazarse. Hacía tiempo que empleaba un bastón para sostenerse con mayor agilidad. Pero, a pesar de todo, insistía en sus paseos vespertinos, acompañándome por las calles como cuando me acogió siendo un adolescente asustado. Nunca quiso que lo visitase. Siempre era él quien venía a mi casa. Así que esa tarde de noviembre hicimos lo que veníamos repitiendo hacía más de 20 años: fuimos al café donde comentábamos nuestros libros y él siempre me traía alguno.
 
—Hoy no tengo nada para ti. Cada vez visito menos la oficina.
 
Aquello de la oficina me sorprendió. Y se unió a los dos interrogantes que me planteé al día siguiente de conocerlo. El primero de ellos parecía irse resolviendo, pero con esta nueva afirmación empezó a emerger del olvido.
 
—¿Qué oficina? Pensaba que trabajabas en un banco.
 
No me contestó y solo me sonrió.
 
—Mira —dijo parándose en el escaparate de la Librería Quevedo— mira, la edición de Castellet, Nueve novísimos poetas españoles. ¡Ay, estas editoriales! ¿Cuándo dejarán de mercadear con la palabra?
 
Entramos. El librero, un hombre casi de su edad, le saludó. Le llamó "don Pedro" y me hizo recordar otros tiempos. Después pasaron a la rebotica. Yo le esperé ojeando las novedades. Al cabo de un rato, salieron sonriendo. A pesar de la primera impresión, me parecieron amigos, de esos con los que guardas secretos y mentiras. Se dieron la mano derecha. En la otra, en la izquierda, mi tío llevaba un libro. Precisamente el de José María Castellet.
 
En la calle, grupo de jóvenes con melenas, barbas y gafas de pasta cuchicheaban algo sobre el próximo congreso en Suresnes.
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Imagen 10. Autor:Andy Warhol. Dominio público vía Wikimedia Commons.

Poetizar es ante todo un problema de estilo. Un estilo efectivo da carta de naturaleza a cualquier motivo sobre el que se ejercite. La recíproca es una barbaridad; no hay ningún asunto, ninguna idea, ninguna razón de orden superior, ningún sentimiento respetable (quedan poquísimos), ningún catálogo de palabras nobles, ninguna filosofía (aunque esté cargada de futuro) que por el hecho de estar presente en un escrito lo justifique desde el punto de vista del Arte.

Mi auténtica vocación la decidió ni abuela paterna, gran entusiasta de Laura Pinillos y Benito Perojo, acunándome con las tonadillas de La Corte del Faraón. Sentí entonces la llamada de lo sicalíptico; el ser un sentimental se lo debo al toque wagneriano con que gorgorizaba el Amor es gloria, amor es vida de Sorozábal. Leslie Howard con el rubio pelo rizado, violín y pantalones Riviera: de ahí nace siempre un moralista.

Decía Joseph de Maistre que el gran defecto de una mujer es ser un hombre. De la poesía podría decirse que su gran defecto, aunque sea muchas y muchas cosas respetables (o no), es no ser poesía. La poesía debe alimentar la imaginación, interesar a las pasiones y los movimientos del corazón, y dejar en el aire siempre una sugerencia (la frivolidad se nos dará por añadidura).

Rosa Luxemburgo sabía muy que el mejor modo llevar adelante un meeting era colocar cada pancarta en una cornucopia. Algo que los poetas a la moda habrían querido olvidar cuando mi generación (?) entró en funciones: que su razón de ser dependía del uso que hicieran de la lengua. Oponerse al "furioso atrevimiento de los corruptores" será uno de los designios que habrá que reconocernos. En cualquier circunstancia en que el empobrecimiento y mal uso de la Lengua se hubiera producido (no importa en qué altar se la sacrificara) la reacción estaba fatalmente prevista, tanto más si se piensa que los corruptores fueron encargados de trocar en cañas las lanzas que la sociedad no estaba dispuesta a manejar. (¿Llegaron a convencerse de que el futuro dependía de su batalla de flores?). Con su mismo concepto del poder demiúrgico de las artes, la reina Victoria donó, para poner fin a la altísima mortandad en los hospitales de Crimea, un cargamento de teteras de porcelana. (Muchos corruptores, buenos amigos míos, han pasado del cultivo de la Política al de la Erótica, devolviendo la lengua al ejercicio de sus funciones propias y consiguiendo entre ambas vocaciones una brillante síntesis).

Que la Poesía sea un Tren Expreso llamado a conservar y acrecentar los Fuegos Sagrados de la Lengua, la Frivolidad y la Moralidad en jupons. Pero, en cualquier caso, nadie se extrañe de que la Lírica vaya por los cerros de Úbeda en un país donde el sol sale por Antequera.

Guillermo Carnero en Nueve novísimos poetas españoles, (Barral Editores, Barcelona, 1970)

 

Pregunta de Selección Múltiple
¿Cuál de estos autores no fue incluido en la antología de Castellet?
Vázquez Montalbán.
Miguel D´Ors.
Antonio Colinas.



¿Qué asuntos centran el interés de estos autores?
Los problemas sociales.
El esteticismo y el mundo moderno.
La religiosidad y el misticismo.



¿Quién es el autor de la antología Nueve novísimos poetas españoles?
José María Castellet.
Carlos Barrall.
Guillermo Carnero.



Icono IDevice Objetivos
Ya a mediados y finales de los 60, comienza una nueva etapa poética. Su importancia ha alcanzado hasta la actualidad. A partir de los 70 la renovación poética provoca la aparición de movimientos y tendencias muy variadas.