4. Los valores
6. Desquite. Fotografía en Flickr de Immanol bajo licencia Creative Commons |
Más allá del bien y del mal. Muy significativo el título de una de las obras de Nietzsche ¿verdad? El tema de la moral, de los valores, fue central en la obra de nuestro pensador. ¿Qué te dice la imagen de la izquierda? ¿Dónde está el bien, dónde el mal? ¿No aparece el bien como algo malo en ella? Ve pensándola mientras nos adentramos en esta parte del pensamiento de Nietzsche.
Nietzsche diferencia entre moral de esclavos y moral de señores, o de débiles y de fuertes. A esta diferencia llega a partir del análisis de lo que han significado "bueno" y "malo" a lo largo de la Historia. Recuerda que era filólogo.
En su estudio filológico, Nietzsche defiende que las palabras que en distintas lenguas definen “bueno” significaban en su origen “noble, aristocrático”. Y también que “malo”, quería decir siempre “vulgar, plebeyo”. Se trataba de palabras creadas por los nobles como forma de separarse del pueblo, sin connotaciones morales. El sentido moral viene con el paso del tiempo.
Es después cuando sucede lo que Nietzsche llamó la transmutación de los valores, que fue iniciada por los judíos y seguida por los cristianos. Además, supondría una falsificación del sentido original: los “malos” (los esclavos, débiles) pasaron a llamarse “buenos”, mientras que los buenos (los nobles, aristócratas) empezaron a denominarse “malos”. Los débiles habían impuesto así su moral sobre los fuertes.
Desde entonces, valores que suponen una renuncia a la vida (perdón, caridad, etc) se imponen sobre valores que, según Nietzsche suponen la afirmación de la vida: fuerza, soberbia, etc. Se trata de una moral que Nietzsche califica como hija del resentimiento. Es una moral opuesta a la vida y que hay que eliminar para el triunfo, de nuevo, de la moral de los fuertes. El superhombre la traerá. Veremos más adelante qué significa este concepto de Nietzsche.
La influencia de Nietzsche en el cine ha sido grande y en diferentes películas, de variados estilos. Te invitamos a ver los siguientes enlaces para ayudarte a hacer tu tarea de guinista cinematográfico:
Aquí tiene un fragmento de la obra de Nietzsche más allá del bien y del mal. Te proponemos que lo leas atentamente y una vez que lo hayas hecho pulses abajo para ver qué actividad te invitamos a realizar.
Suponiendo que los atropellados, los oprimidos, los dolientes, los serviles, los inseguros y cansados de sí mismos moralicen: ¿cuál será el carácter común de sus valoraciones morales? Probablemente se expresará aquí una suspicacia pesimista frente a la entera situación del hombre, tal vez una condena del hombre, así como de la situación en que se encuentra. La mirada del esclavo no ve con buenos ojos las virtudes del poderoso: esa mirada posee escepticismo y desconfianza, es sutil en su desconfianza frente a todo lo “bueno” que allí es honrado -, quisiera convencerse de que la felicidad misma no es allí auténtica. A la inversa, las propiedades que sirven para aliviar la existencia de quienes sufren son puestas de relieve e inundadas de luz: es la compasión, la mano afable y socorredora, el corazón cálido, la paciencia, la diligencia, la humildad, la amabilidad lo que aquí se honra, pues estas propiedades son aquí las más útiles y casi los únicos medios para soportar la presión de la existencia.
La moral de esclavos es, en lo esencial, una moral de la utilidad. Aquí reside el hogar donde tuvo su génesis aquella famosa antítesis “bueno” y “malvado”: - se considera que del mal forman parte el poder y la peligrosidad, así como una cierta terribilidad y una sutilidad y fortaleza que no permiten que aparezca el desprecio. Así, pues, según la moral de esclavos, el “malvado” inspira temor; según la moral de señores, es cabalmente el “bueno” el que inspira y quiere inspirar temor, mientras que el hombre “malo” es sentido como despreciable. La antítesis llega a su cumbre cuando, de acuerdo con la consecuencia propia de la moral de esclavos, un soplo de menosprecio acaba por adherirse también al “bueno” de esa moral - menosprecio que puede ser ligero y benévolo -, porque, dentro del modo de pensar de los esclavos, el bueno tiene que ser en todo caso el hombre no peligroso: el bueno es bonachón, fácil de engañar, acaso un poco estúpido, un bonhomme [un buen hombre]. En todos los lugares en que la moral de esclavos consigue la preponderancia el idioma muestra una tendencia a aproximar entre sí las palabras “bueno” y “estúpido”. - Una última diferencia fundamental: el anhelo de libertad, el instinto de la felicidad y de las sutilezas del sentimiento de libertad forman parte de la moral y de la moralidad de esclavos con la misma necesidad con que el arte y el entusiasmo en la veneración, en la entrega, son el síntoma normal de un modo aristocrático de pensar y valorar. - Ya esto nos hace entender por qué el amor como pasión - es nuestra especialidad europea - tiene que tener sencillamente una procedencia aristocrática: como es sabido, su invención es obra de los poetas-caballeros provenzales, de aquellos magníficos e ingeniosos hombres del “gai saber”, a los cuales debe Europa tantas cosas y casi su propia existencia.