3. El ser humano
4. Autorretrato. Fotografía en Flickr de PurBlanca. Bajo licencia Creative Commons. |
¿Qué hemos pensado sobre nosotros mismos a lo largo de los siglos que llevan del XIV al XVIII? ¿Qué papel hemos considerado que jugábamos en el Universo? ¿A qué nos hemos sometido? ¿De qué hemos pensado que debíamos liberarnos? Vamos a ver aquí una síntesis de qué ha sucedido con la imagen del ser humano desde los siglos XIV al XVIII. Es un resumen, un intento de síntesis como en los demás apartados de este tema y, si quieres, también un repaso.
Desde el final de la Edad Media, y sobre todo a partir del Renacimiento, se fue dando un giro desde el teocentrismo al antropocentrismo. De estar hecho "a imagen y semejanza de Dios" el hombre va progresivamente considerándose un ser autónomo, dueño de su destino y su Historia, y empezando a creer que mantiene una importante posición en el Universo, gracias a sus capacidades de conocimiento y científica. El hombre puede gobernarse por sí mismo, recupera su dignidad humana, dejando de pensarse a sí mismo como una mala imitación de Dios o como un siervo a su servicio. Este proceso y cambio, evidentemente, es gradual, no brusco. No sucede de la noche a la mañana y está íntimamente relacionado con el cambio que se va produciendo en los otros aspectos que tratamos en otros apartados de este tema.
Descartes, con su “pienso luego existo”, definió de alguna manera al hombre como cosa que piensa, dejando menos importancia para otras capacidades como los sentimientos, la percepción, etc. Es el pensamiento el que asegura nuestra existencia. De la duda, pensaba Descartes, salgo con la primera verdad: “cogito ergo sum”. Y no puedo dudar de que estoy pensando. De aquí extrae Descartes la conclusión de que “soy una cosa que piensa” (res cogitans), y mi naturaleza reside en pensar. El cuerpo es enteramente distinto del alma, y puedo imaginar que no tengo cuerpo, pero nunca que no pienso.
Para Kant, como seguro que recuerdas, las tres preguntas fundamentales de la filosofía son: ¿Qué puedo saber? ¿Qué debo hacer?
¿Qué me cabe esperar? Estas tres preguntas revierten en una cuarta, ¿qué es el hombre? Y es muy significativo que en esta última se concentren las anteriores. En la tumba Kant está grabada una idea de su Crítica de la Razón Práctica: «Dos cosas colman el ánimo con una admiración y una veneración
siempre renovadas y crecientes, cuanto más frecuente y continuadamente
reflexionamos sobre ellas: el cielo estrellado sobre mí y la ley moral
dentro de mí.». Por tanto, con Kant el hombre adquiere el papel de protagonista principal, del que ha de analizarse críticamente su razón y cuya capacidad moral es digna de admiración.
Lee atentamente el texto de las Meditaciones Metafísicas de Descartes que tienes aquí. Una vez que lo hayas hecho, pulsa debajo para ver qué actividad te proponemos realizar.
Sin embargo, he de considerar aquí que soy hombre y, por consiguiente, que tengo costumbre de dormir y de representarme en sueños las mismas cosas y aun a veces cosas menos verosímiles que esos insensatos cuando velan. ¡Cuántas veces me ha sucedido soñar de noche que estaba en este mismo sitio, vestido, sentado junto al fuego, estando en realidad desnudo y metido en la cama! Bien me parece ahora que, al mirar este papel, no lo hago con ojos dormidos; que esta cabeza, que muevo, no está somnolienta; que si alargo la mano y la siento, es de propósito y a sabiendas; lo que en sueños sucede no parece tan claro y tan distinto como todo esto. Pero si pienso en ello con atención, me acuerdo de que, muchas veces, ilusiones semejantes me han burlado mientras dormía; y, al detenerme en este pensamiento, veo tan claramente que no hay indicios ciertos para distinguir el sueño de la vigilia, que me quedo atónito, y es tal mi extrañeza, que casi es bastante a persuadirme de que estoy durmiendo.
Aquí tienes un curioso documental sobre el cuerpo humano, lleno de datos absolutamente sorprendentes y que seguro que te va a gustar conocer. La imagen del ser humano que tienes en él completará tu perspectiva de lo que hemos visto arriba.
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