2. ¿Dónde está Dios?
3. ¿Y dónde está Dios? Fotografía en Flickr de ing jorge. Bajo licencia Creative Commons. |
¿Cómo evolucionó durante estos cuatro siglos la concepción que se tenía de Dios? ¿Qué papel se le otorgaba a la divinidad en este proceso? La fotografía que tienes a la izquierda se titula, precisamente ¿Dónde está Dios? Es lo que vamos a intentar esbozar, refiriéndonos al período entre el siglo XIV y el XVIII, en este apartado.
Parece evidente, a poco que observemos el proceso, que entre el siglo XIV y el XVIII el papel de Dios va perdiendo importancia y quedando relegado al ámbito de lo privado. Esto se conoce como secularización. Recién terminada la Edad Media, habrán de pasar unos cuantos siglos para que vaya calando en la mentalidad de los hombres una mayor independencia, autonomía, posibilidad de conocimiento, importancia del ser humano. Y, en este proceso, a medida que el ser humano gana importancia, y sus facultades con él, va perdiéndola Dios y sus posibilidades de intervención en la vida humana. Veámoslo brevemente.
- Ockham defendió que la existencia de Dios no se podía resolver científicamente. Solo por la fe habremos de admitir la existencia de un ser supremo y único: la filosofía y la teología quedan separadas. Dios es un ser ilimitado y omnipotente, su voluntad carece de límites, pero su conocimiento no puede ser a través de la ciencia.
Poco después, ya en el Renacimiento, Dios pierde su posición central en el Universo en favor del hombre. Se pasa de una concepción teocéntrica al antropocentrismo. De Dios como centro del Universo al hombre como centro del Universo.
Hasta tal punto se empezaba a dudar del papel de Dios que incluso Descartes, como recordarás, pasó del cogito a la demostración de la existencia de Dios. En esta línea llega a recuperar algún argumento medieval, y lo une a un ejercicio racionalista. Según él, como ya sabes, se puede demostrar que Dios existe de varias maneras: a través del argumento ontológico de S. Anselmo (lo perfecto tiene que existir, por definición), a través de la existencia misma de la idea de perfección (¿por qué la tengo, si yo no soy perfecto?: tiene que haber sido puesto en mí por Dios –es una idea innata-) y a través de mi propia existencia (¿por qué existo?). La causa última tiene que ser Dios mismo. Finalmente, una vez que he demostrado que Dios existe, puesto que es bueno y veraz, no puede querer que yo viva en el engaño. No puedo dudar entonces de la verdad de todo lo demás (mi propio cuerpo, la realidad física, todo tiene que existir). El racionalismo, por tanto, aún no había abandonado la posibilidad de conocimiento racional de Dios, al contrario, aunque este uso de la razón, volviéndose crítica en la Ilustración, relegará a la idea de Dios a un papel mucho menos importante. Pero veamos antes qué se dijo en el empirismo.
Para el empirismo las ideas metafísicas, y Dios es una de ellas, tienen que ser sometidas a una crítica exhaustiva (analizando su origen y su valor cognoscitivo). Recuerda que Locke defiende que las ideas complejas, como la idea de “sustancia”, deben tener su origen en alguna experiencia. Pero, en concreto, no sabemos qué sea la sustancia. De los objetos físicos tenemos un conocimiento sensitivo, dice Locke. En cambio, del “yo” tenemos un conocimiento intuitivo, y de la idea de “Dios” podemos llegar a tener un conocimiento demostrativo, pero no sensitivo. Al recurrir a la experiencia como base de cualquier conocimiento posible, y no tener posible conocimiento experimental de Dios, éste deja de pertenecer al conocimiento compartido y pasa a ser una cuestión individual.
En efecto, en la Ilustración Dios ya no gobierna la Historia, sino que esta tiene sus propias leyes, y el hombre es dueño de su destino. El antidogmatismo de los ilustrados se opuso, como sabes, a los dogmas y tradiciones de todo tipo, incluidos en primera línea los religiosos. No podemos olvidar el componente antirreligioso de Enciclopedia. Con Kant, y su razón crítica, el papel que Dios desempeñará será el de un postulado de la razón práctica. Aunque no son cognoscibles desde la ciencia, la libertad e inmortalidad del alma y la existencia de Dios son postulados de la razón práctica, condiciones exigidas desde la moralidad.