2. Cristianismo: un mundo creado por Dios
Abajo tienes la imagen de un fresco pintado por Miguel Ángel en el techo de la Capilla Sixtina. En él se ilustra el episodio bíblico en el que Dios da vida al primer hombre, Adán, creado a su imagen y semejanza. Para el judeocristianismo éste es el momento culminante de la creación, una creación que es obra de un Dios eterno que construye el mundo desde la nada.
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Creación de Adán. Licencia de Wikimedia Commons |
El judeocristianismo traía consigo implicaciones filosóficas novedosas respecto a los modelos tradicionales, defendiendo:
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Una visión lineal del tiempo, con un principio y un final y unos acontecimientos clave que determinan el sentido y la orientación del mismo: la creación, la llegada del Hijo de Dios a la Tierra y el juicio final, frente a la concepción cíclica del tiempo característica del pensamiento griego.
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La creación por Dios del mundo desde la nada, que iba más allá de la idea expresada por algunos filósofos de un dios ordenador de una materia eterna.
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Un Dios único e ilimitado: omnisciente, omnipotente y omnipresente, fundamento de lo real, frente al politeísmo y la sujeción de los dioses al orden superior de la necesidad.
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Un Dios paternal y providente, que interviene en los asuntos humanos, algo ajeno a la filosofía griega.
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Una visión del mundo en la que el ser humano, creado a la imagen y semejanza de Dios, ocupa el lugar central y resucitará al final de los tiempos, lo que contrasta con visiones de la inmortalidad como la de Platón, que queda limitada a la supervivencia del alma y excluye al cuerpo.
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Una concepción moral basada en la obediencia al mandato divino en el que el mal no se contempla como ignorancia, sino como pecado. Éste se produce como consecuencia de la inclinación al mal por el pecado original y por la libertad humana, que hace posible ceder ante la tentación.
Catacumba romana. Licencia de Wikimedia Commons |
Para saber más
La filosofía cristiana que va desde los primeros siglos después de Cristo hasta el comienzo de la filosofía medieval en el siglo VIII se denomina Patrística, término referido a los Padres de la Iglesia. La dedicación principal de estos filósofos consistió en el esclarecimiento del dogma cristiano y la defensa de esta religión frente a otros modelos paganos o las variaciones heréticas. Partiendo de la idea de que la verdad al alcance del ser humano ha sido revelada por Cristo y de que el medio para acceder a ella es la fe, su posición frente a la tradición filosófica fue diversa: por un lado encontraron afinidad con algunos planteamientos, especialmente los de platónicos y estoicos, donde consideraban que se habían producido acercamientos parciales a la verdad, por ejemplo, al concebir Platón la idea del Demiurgo o al afirmar la supervivencia tras la muerte. Sin embargo, en otros casos rechazaban el afán filosófico por alcanzar la verdad a través de la razón y destacaban cómo algunos filósofos habían llegado a conclusiones contrarias a la verdad de la revelación, como aquéllos que postulaban la eternidad del mundo o la mortalidad del alma. Figuras como Justino (s. II) o Tertuliano (s. II – III) representan respectivamente las corrientes conciliadoras y las contrarias a la filosofía griega.
Estos primeros siete siglos de filosofía cristiana suele dividirse en tres periodos:
Tertuliano. Imagen de Wikimedia Commons |
Estos primeros siete siglos de filosofía cristiana suele dividirse en tres periodos:
- Hasta el concilio de Nicea en el siglo IV, destacándose figuras como los mencionados Justino y Tertuliano y el neoplatónico Orígenes.
- Hasta la caída del Imperio Romano de Occidente en el siglo V, donde se sitúan figuras como la de San Ambrosio o San Agustín, filósofo al que dedicaremos el siguiente capítulo.
- Hasta mediados del siglo VIII, periodo en el que se encuentran Pseudo-Dionisio Areopagita, Boecio y San Isidoro de Sevilla.
AV - Pregunta Verdadero-Falso
Verdadero Falso
Verdadero Falso
Verdadero Falso
Verdadero Falso
Contesta verdadero si entiendes que las siguientes afirmaciones se corresponden con el pensamiento cristiano y falso en el caso contario:
Dios es eterno, existe al margen del tiempo
Verdadero Falso
A diferencia de Dios, el mundo tuvo un comienzo en el tiempo y tendrá un final
Verdadero Falso
Dios no conoce nada fuera de él, pues de ser así esto significaría su imperfección y dependencia respecto al mundo
Verdadero Falso
Aunque el cuerpo desaparece definitivamente tras la muerte, el alma humana es inmortal
Verdadero Falso