2.1. Modelado por aguas de escorrentía

Imagen de fondo de animación bajo licencia de Creative Commons, autor:Luigi Chiesa. Animación tipos de escorrentía obtenida de aplicación del IFSTIC "Isla de las Ciencias", autor: Manuel Merlo Fernández.

Las aguas que circulan por la superficie terrestre procedentes de las precipitaciones representan el agente geológico externo que mayor influencia tiene sobre el relieve, especialmente en el caso de los climas templados-húmedos.

Sólo en regiones especiales como desiertos, alta montaña o regiones polares, la acción del agua es sustituida por la acción del viento o los glaciares.

Se denomina escorrentía a las distintas corrientes de agua que discurren por superficie. Dentro de ellas distinguimos:

Aguas de arroyada o salvajes: Son las aguas superficiales que aún no están encauzadas. Circulan después de la lluvia o del deshielo, sin cauce fijo por las zonas de máxima pendiente. Forman una película de agua que recorre la superficie del terreno hasta alcanzar el cauce de un río, un torrente o hasta infiltrarse en el subsuelo.

Torrentes: Recogen las aguas de arroyada próximas y las encauzan. Generalmente desembocan en ríos o torrentes mayores. Son cursos de agua temporales sólo activos mientras llueve.

Ríos: Son cursos permanentes de agua encauzados.

Imagen bajo licencia de Creative Commons (Wikimedia Commons)

Cuando el agua desciende por las laderas, después de las precipitaciones, se forman las aguas de arroyada.

Si las precipitaciones son intensas y caen sobre superficies irregulares la erosión y transporte de materiales produce surcos, más o menos paralelos, denominados cárcavas (imagen 1). En un principio son de pocos centímetros de profundidad, pero con el tiempo se van agrandando hasta originar surcos profundos denominados barrancos. Las cárcavas y barrancos son frecuentes en rocas blandas como las arcillas.

Imágenes bajo licencia de Creative Commons. (1) Cárcavas, autor: Pinpin,
(2) Bad-Lands, autor:Nacho Benvenuty

Este proceso es especialmente importante en zonas áridas, con escasa vegetación y lluvias torrenciales. En ellos forman terrenos abarrancados y acarcavados que reciben el nombre de tierras malas o bad-land (imagen 2) ya que la erosión ha eliminado el suelo superior rico en nutrientes. En España son comunes en la zona del levante.
Imagen bajo licencia de Creative Commons, autor:Nacho Benvenuty.

Los torrentes son cursos de agua no permanente que circulan por un cauce fijo. Distinguimos dos tipos:

Torrentes de montaña: Recogen el agua procedente de las lluvias y del deshielo. Se dividen en tres partes:

  • Cuenca de recepción: Corresponde con la zona más alta del torrente. Tiene forma de embudo y en ella se recogen las aguas salvajes de la lluvia o deshielo que alimentan el torrente. Hay una fuerte pendiente por lo que la velocidad y la fuerza del agua son elevadas, lo que puede favorecer el deslizamiento de laderas. En este tramo se produce una intensa erosión.
  • Canal de desagüe: Es un canal estrecho de gran pendiente por el que circula el agua a gran velocidad. En este tramo predomina el transporte de los materiales, aunque también hay una fuerte erosión de fondo, lo que favorece el derrumbe de las vertientes al socavarse la base.
  • Cono de deyección: Corresponde con el tramo final del torrente. La pendiente disminuye bruscamente por lo que la mayoría de los materiales transportados son depositados en este lugar (se forma un depósito de sedimentos de granulometría muy heterogénea).


Torrentes de zonas áridas: Los cauces de estos torrentes permanecen secos gran parte del año, ya que las lluvias son escasas y de régimen torrencial. Se caracterizan por estar situados en zonas de poca pendiente y por tener un cauce ancho y plano. Estos torrentes reciben el nombre de ramblas, muy frecuentes en la región mediterránea.

 

Rambla. Imagen bajo licencia de Creative Commons (Wikipedia Commons)