2. Fuerzas y movimiento. Leyes de Newton

Imagen de elaboración propia

Hasta el siglo XVII, las enseñanzas de Aristóteles mostraban lo evidente: un cuerpo mantiene su estado de movimiento si sobre él actúa una fuerza constantemente. En ese siglo, Galileo formuló su ley de inercia.

Galileo experimentó con planos inclinados, haciendo rodar bolas por superficies planas inclinadas distintos ángulos con la horizontal. La conclusión a la que llegó es que, como las bolas bajaban cada vez más rápidas y subían perdiendo rapidez, al rodar en un plano horizontal lo harían con rapidez constante.

Galileo construyó dos planos inclinados y los colocó en ángulos opuestos. Desde lo alto del primero de los planos soltó una bola que bajó rodando. Al llegar al segundo plano la bola subió por él hasta cierta altura. Galileo observó que la bola trataba de alcanzar la altura inicial.

Galileo repitió la experiencia reduciendo el ángulo del segundo plano y encontró que la bola subía siempre hasta la misma altura, aunque recorría una distancia mayor. Se preguntó ¿qué pasaría si el segundo plano fuera horizontal? Y llego a la conclusión de que la bola seguiría rodando sobre la superficie para siempre.

Si se quiere mantener un cuerpo en movimiento, se debe seguir empujando debido al rozamiento y no a la naturaleza del proceso. Galileo afirmó que los cuerpos tienden a permanecer en su estado de movimiento y que, por consiguiente, oponen una resistencia a un cambio en su estado de movimiento.