1. Crecimiento, desarrollo y desigualdad
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El concepto de desarrollo humano parte de la satisfacción de las necesidades básicas como elemento central, pero subrayando que existen otras dimensiones además de las económicas. El desarrollo es, pues, un concepto integral que pretende la ampliación de las oportunidades del ser humano: vida prolongada y saludable, adquisición de conocimientos, calidad de vida, etcétera.
Así, el desarrollo se consigue cuando las personas adquieren mayores capacidades y no sólo cuando pueden consumir más. Como aspecto concreto y de manera primordial el Desarrollo Humano se propone el posibilitar el acceso a toda la población a unos mínimos en alimentación, sanidad y educación.
Al medir la riqueza de las naciones en términos de PIB per cápita se llegó a la paradoja de que muchos países subdesarrollados, en la década de los cincuenta y sesenta del siglo pasado, habían aumentado su renta nacional a niveles similares a los de los países desarrollados sin que ello se tradujese en una equiparación de la calidad de vida de la mayoría de la población. Por ello el PNUD propuso en 1990 el Índice de Desarrollo Humano (IDH) como una síntesis de las condiciones sanitarias, educativas y económicas de la población de los distintos países. Se trataba de dar una medición del desarrollo mucho más amplia que el PIB per cápita por sí sólo. Desde entonces, el PNUD publica anualmente el IDH de de más de 170 países facilitando los análisis comparativos.
Verdadero Falso
Verdadero Falso
Verdadero Falso
La paradoja apuntada en el texto relacionada con el hecho de que cuanta más riqueza se genera más pobreza hay, se deriva de la gran desigualdad que se produce en la distribución de la renta dentro de los países y a nivel global. También éste ha sido un tema tratado en temas anteriores, especialmente cuando hablábamos de las limitaciones del sistema de mercado y de la necesidad de la intervención del sector público en las economías.
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Existe una enorme desigualdad en la distribución de la renta. Según datos del World Watch Institute, el 20% más rico de la población gana el 86% de los ingresos mundiales , mientras que el 20% más pobre tiene que conformarse con el 1,1%, lo que implica que una cuarta parte de la población mundial (1.500 millones de personas) sigue viviendo en la pobreza. De los 6.200 millones de habitantes de la Tierra, 360 personas (un 0,000005%) poseen una riqueza anual superior a los ingresos del 45% de la población mundial. Con estos datos, más chocante todavía es comprobar cómo la riqueza de los tres primeros multimillonarios es igual al PIB de los 48 países más pobres.
¿Se produce esto porque no hay una oferta de recursos a nivel mundial suficiente para
todos? No: hay recursos para todos, pero están desigualmente repartidos: los países desarrollados, con un cuarto de
la población, consumen el 70% de la energía disponible en el planeta, el 75% de
sus metales y el 60% de sus alimentos.
- Esa desigualdad se traduce en enormes diferencias en cuanto a la alimentación (vivimos en un mundo de obesos y de hambrientos), el acceso al agua potable (la diferencia en el consumo medio de agua entre unos países y otro es abismal), o la educación.
- También se ilustra en lo que se viene a denominar la brecha tecnológica y digital: frente al disfrute en los países desarrollados de los últimos avances de la tecnología y de las telecomunicaciones, 600 millones de personas ni siquiera han hecho en su vida una llamada telefónica.
Las necesidades afectan a los recursos más básicos para la supervivencia. A título de ejemplo, puedes acceder al siguiente artículo sobre la disponibilidad de agua en algunos países:
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El 20% de la población más rica obtiene el 86% de la renta mundial.
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No hay recursos suficientes para toda la población mundial.
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La renta esta distribuida de forma equitativa.
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La desigualdad sólo se da en los países subdesarrollados.
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Las tres personas más ricas de la tierra tienen una renta que equivale al PIB de los 48 países más pobres.
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