3. Las externalidades
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Imagen 8 en Wikimedia Commons de
Stéphane M.Grueso bajo CC |
Un ejemplo de externalidad negativa se da...
Cuando un agente realiza una actividad que influye en otros positivamente. | |
Cuando se contrata un servicio externo con un proveedor al que pagamos. | |
Cuando se produce una catástrofe medioambiental. | |
Cuando se soportan costes externos por agentes económicos que no los han provocado. |
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Imagen 9. Autor: Creación propia
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Por tanto, la empresa, al realizar su actividad productiva, genera unos costes internos o costes de producción por utilizar los factores productivos, que son perfectamente medibles y por los que desembolsa dinero, pero en muchos casos su actividad tiene unas consecuencias negativas cuyo coste no es soportado por la propia empresa.
Estos son los llamados costes externos o costes sociales, y son soportados por personas ajenas a la empresa (humo de una chimeneas, vertidos, ruidos, consumo de tabaco, uso masivo del coche, etcétera).
Como acabamos de decir, estos costes externos no se repercuten en los costes empresariales y por lo tanto tampoco se reflejan en los precios de mercado de esos bienes. Por tanto, el mercado falla, ya que no informa de lo que realmente está ocurriendo: los precios no recogen los costes reales, que son los costes privados de la empresa más los costes sociales que ésta provoca.
Hay que tener en cuenta que también puede haber beneficios externos, es decir, efectos positivos para otras empresas, particulares o el medio que tampoco refleja el mercado. Por ejemplo, el uso del transporte público y la bicicleta permite mejorar el transporte de las ciudades y reduce las emisiones de CO2. O en la historia inicial de nuestra amiga Sandra, vemos cómo el ganado realiza un actividad de limpieza sobre los montes muy positiva para evitar los incendios.
El precio de venta siempre informa del coste real de producir.
Verdadero Falso
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Imagen 10. Autor: Creación propia. |
Puesto que el mercado no asume las externalidades, se requerirá la intervención del Estado para corregirlas a través de medidas como el establecimiento de umbrales máximos de contaminación, fijación de impuestos ("el que contamina paga"), establecimiento de licencias de contaminación, puesta en marcha de mercados de emisión, etc. A través de estas u otras políticas se intentará que los agentes internalicen los costes o, en determinados casos, se llevará a cabo la prohibición de determinadas actividades.
Las medidas que aceptan la contaminación como un mal menor deberían ser secundarias frente a las medidas preventivas, ya que más que obtener una compensación económica una vez que el daño ya se ha producido, la sociedad debe tomar conciencia de que es responsabilidad de todos evitar el deterioro medioambiental (lluvia ácida, cambio climático, contaminación, enfermedades, desaparición de especies, destrucción de hábitats, agotamiento de los recursos, etc.).
Se debe, por tanto, lograr un desarrollo sostenible: desarrollo económico, pero no a cualquier precio, sino siendo respetuoso con el medio ambiente para no perjudicar el bienestar de las generaciones futuras.
Las externalidades negativas generan costes sociales que el Estado trata de evitar mediante impuestos o con regulación.
Verdadero Falso
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Imagen 12.
Autor: Creación propia.
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El problema de la contaminación empieza a ser angustioso; tanto es así, que los mismos economistas se están planteando reflexiones alrededor de este hecho. En relación a las externalidades, la actuación de los economistas y sus planteamientos respecto a ellas son muy sesgados.
Tan sesgado que las más de las veces se habla de soluciones económicas: «se han quemado A árboles debido a la lluvia ácida, y el precio de cada árbol es de B euros, luego el precio que tiene que pagarse por el daño es de A x B euros». Este razonamiento es tan falso que no tiene en cuenta que un árbol no es sólo madera, ni que un conjunto de árboles forman un bosque, que es el biotopo en el que viven innumerables especies animales y vegetales.
Y también, por ejemplo, el lugar en el que se producen setas, que entre otras aplicaciones promueven un excursionismo micológico, que sirve como lugar de esparcimiento, que puede ser atractivo en un sinnúmero de facetas. Sin valorar todo ello -y muchas de las vertientes no son traducibles a euros- es ridículo pretender hacer una conversión monetaria.
(...) Se sigue tropezando en la dualidad ecología-economía; y sin embargo, la base de la economía, sanamente entendida, es el medio. Todas las inquietudes humanas han de centrarse en su respeto y, por tanto, todas las ciencias que la humanidad desarrolle han de considerar el medio como el punto fundamental, el punto de partida; la economía debe ser la abanderada de la defensa del medio, puesto que es su administradora: desgraciadamente, este respeto al medio por parte de la economía está por llegar.