3.2. Pardo Bazán

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"La pareja entró. Tenía la casa piso de tierra; una escalera de madera conducía al sobrado o cuarto alto; y en el bajo se notaba una pintoresca mezcla de racionales e irracionales. El lar y la chimenea con asientos de madera bajo su campana; la artesa de guardar el pan; el horno de cocerlo; algunos taburetes con cuatro patas muy esparrancadas; la cuna de mimbres de una criatura y el leito o camarote de tablas en que dormía el matrimonio que la había engendrado, eran los muebles que pertenecían a la humanidad en aquel recinto. La animalidad invadía el resto. Al través de una división de tablones mal juntos pasaba el hálito caliente, el lento rumiar y los quejumbrosos mugidos del ganado; gallinas y pollos escarbaban el suelo y huían con señales de ridículo terror, renqueando, al acercárseles la gente; dos o tres palomas se paseaban, muy sacadas de buche y muy balanceadas de cuello, esperando a que cayese alguna migaja; un marrano sin cebar, magro y peludo aún como un jabalí, sopeteaba con el hocico, gruñendo sordamente, en una tartera de barro donde nadaban berzas en aguachirle; un perro de esa raza híbrida llamada en el país de pajar, completamente tendido en tierra, dormía; al respirar, se señalaba bajo su piel la armazón del costillaje, y de cuando en cuando, al posársele una mosca encima, un estremecimiento hacía ondular todos sus músculos, y sacudía, sin despertarse, una oreja. Por un ventanillo, abierto en el testero, entraban las avispas a comerse los gajos de cerezas maduras que andaban rodando sobre la artesa; y si fuese posible prestar oído a unas trotadas menudas que allá arriba resonaban, se comprendería que los ratones no andaban remisos en dar cuenta del poco maíz restante de la cosecha anterior, ni de cuanto encontraban al alcance de los dientes. En medio de esta especie de arca de Noé, reposaba inmóvil, sentada al pie de la artesa, con los naipes mugrientos al alcance de la mano, la vieja bruja de la Sabia.

Era su figura realmente espantable. Habíale crecido el bocio enorme, hasta el punto de que se le viese apenas el verdadero rostro, abultando más la lustrosa y horrible segunda cara sin facciones, que le caía sobre el pecho, le subía hasta las orejas, y por lo hinchada y estirada contrastaba del modo más repulsivo con el resto del cuerpo de la vieja, que parecía hecho de raíces de árboles, y tenía de los árboles añosos la rugosidad y oscuridad de la corteza, los nudos, las verrugas. Al ver entrar al algebrista y la compaña, la bruja se enderezó y salió a recibirles, no sin echarse con sumo recato un pañuelo de algodón sobre los mechones de sus greñas blancas."

 Imagen de  Jean-François Millet  en Wikimedia Commons bajo Dominio público


La descripción se vuelve más cruda. Se busca acentuar lo escatológico. ¿Se ha traspasado con ello la frontera del realismo? ¿Sigue siendo la novela una "imagen de la vida"?


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Para conocer el carácter de Pardo Bazán, recordemos las palabras que le dijo en cierta ocasión al periodista Alberto Insúa:
"Desengáñese usted, Insúa, Galicia solo ha tenido dos grandes escritores, y los dos de los que visten faldas, el Padre Feijoo y yo".

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Desde muy joven, Pardo Bazán comienza a despuntar como escritora en la gallega. Como de su tiempo, no pudo negarse a publicar sus escritos en el medio de de moda de la época. Y, aunque llegó a ser de la Revista de Galicia, colaborará frecuentemente en El Heraldo Gallego, en La Revista Compostelana, La Ciencia Cristiana, La Niñez, La Ilustración Gallega y Asturiana, Revista Europea y Revista Española sobre muy diversos: divulgación científica, geografía y arte regionales, históricos y literarios, , apuntes o cuadros de .

 

  

Icono IDevice Objetivos
La obra y la vida de esta gran autora merecen un estudio más detallado.