Imagen de fondo de dominio público, autor: Marco Antonio Dávila

El desarrollismo o desarrollo incontrolado tiene como objetivo mantener un continuo crecimiento económico, aumentando año tras año el Producto Interior Bruto (PIB). Para este modelo de desarrollo, el PIB refleja el nivel de desarrollo de una nación. Así, por ejemplo, se busca la máxima producción a través de la explotación ilimitada de los recursos.

Este desarrollo es el que se ha seguido desde la Revolución Industrial. A partir de ella, tanto la extracción de recursos como la población mundial han ido aumentando a ritmo creciente. Esta situación ha creado una expansión sin límites que ha alimentado un ansia de consumo y un concepto de desarrollo sinónimo de riqueza y consumo.

“Nuestra economía enormemente productiva… exige que hagamos del consumo nuestro modo de vida, que convirtamos la compra y el uso de mercancías en rituales y que busquemos nuestra satisfacción espiritual en el consumo… Necesitamos que las cosas se consuman, se quemen, se gasten, se sustituyan y se desechen a un ritmo cada vez mayor” Victor Lebow (1955).

Este desarrollo es insostenible ya que los recursos naturales son limitados. Su extracción y uso indiscriminado conduce a una situación de escasez y agotamiento. Además, su explotación conlleva normalmente perjuicios para el medio ambiente: contaminación, deforestación, incremento de efecto invernadero,…