4. Análisis social: el balance social

La empresa se ha convertido en una fuente de poder e influencia sobre el medio en que se desenvuelve. También es responsable de problemas sociales, como la contaminación, especulación del suelo, concentración industrial urbana...
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Los costes sociales negativos o externalidades negativas son costes, gastos y daños soportados sin compensación por personas ajenas a la empresa como consecuencia de la actividad de ésta (contaminación, agotamiento de los recursos, modificación del equilibrio ecológico, enfermedades laborales...). Así, la sociedad paga los perjuicios que ocasionan las empresas, lo que se denomina socialización de los costes.

Los costes sociales o externalidades
Imagen 9. Fuente: Elaboración propia.

Las empresas deben intentar evitarlos o reducirlos y en todo caso, asumirlos (privatizarlos). Normalmente a la empresa le cuesta asumir los costes sociales de su actividad, ya que, como su objetivo es minimizar costes para competir, hacerse cargo de ellos significa reducir beneficios. La ley obliga a las empresas a adaptar sus instalaciones y actividades con la finalidad de reducir los costes sociales negativos.

 

Hasta hace poco tiempo se pedía a las empresas que fueran eficientes en la obtención de bienes y servicios, es decir, obtener lo máximo al menor coste posible, utilizando el mínimo de factores. Actualmente, como vimos en unidades anteriores también se le exige una responsabilidad social corporativa que puede paliar esos efectos externos sin olvidar que también le permitirá mejorar su posición competitiva y su valor añadido. Esto se puede hacer de diversas formas:

  • Elaborando códigos de conducta internos.
  • Estableciendo medidas para favorecer la conciliación de la vida familiar y laboral de los trabajadores.
  • Formando a los trabajadores sobre aspectos medioambientales.

 

En definitiva, se trata de que la empresa debe considerar, además de los efectos económicos, los efectos sociales que generan sus decisiones y actuaciones. En los últimos tiempos se está incrementando la presión de la sociedad sobre las empresas para que presten mayor atención a las cuestiones sociales y medioambientales y adopten unas actitudes más éticas en sus comportamientos. Esta mayor sensibilidad se centra en:

  • La necesidad de un mayor compromiso de las empresas con la sociedad y el lugar donde actúan.
  • Una actitud de respeto y mejora hacia el medio ambiente.
  • Un clima de confianza, motivación y participación de los trabajadores.
  • Un aumento de la credibilidad y de la confianza de los clientes hacia la empresa.


Todo esto tiene consecuencias importantes en todo el diseño empresarial, dado que no debe hacerse únicamente con la dimensión económica. Todas las relaciones sociales, tanto en el interior de la empresa como entre esta y el exterior, deben quedar recogidas en el denominado Balance Social, que ha de satisfacer dos fines principales:

  • Ser instrumento de integración del personal en la empresa.
  • Ser instrumento de gestión.
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La responsabilidad social corporativa (RSC) se puede definir como la integración activa y voluntaria por parte de las empresas de las preocupaciones sociales y medioambientales a sus operaciones comerciales y a sus relaciones con trabajadores, accionistas, inversores, consumidores...