2. T. W. Adorno o la dialéctica negativa


Theodor W. Adorno
Theodor Adorno nos muestra, junto con Horkheimer, la esencia de la dialéctica negativa. En el análisis de la razón ilustrada que ambos realizaron podemos encontrar los elementos claves para analizar todavía nuestro mundo. La dialéctica, en su devenir triádico, en su perpetuo movimiento, en su dinámica (como vimos en Hegel y Marx) siempre muestra un futuro, nunca acaba. El término alemán "aufheben", base de la dialéctica en Hegel, significa precisamente "superación". La razón debe ser ese "tribunal crítico" que permita comprender los errores que subyacen en nuestra sociedad.
Ya desde los orígenes del mundo moderno, en Hobbes y Maquiavelo, la razón se mostró como "ansia de poder". El mecanicismo de Hobbes, aplicado a la política, degenera en una razón instrumental. Del atomismo en la naturaleza pasamos al "atomismo social", donde el hombre desaparece ante la masa. La misma esencia del positivismo consiste en la "absolutización de los hechos": no existe más verdad que la de los hechos científicos. Pero el neopositivismo, dicen Horkheimer y Adorno, le "hace el juego al capitalismo". En cambio los miembros de la Escuela proponen un nuevo modelo de verdad alternativo al pragmatismo: verdadero sería todo aquello que promueve el cambio social hacia una sociedad más racional, donde no exista el sufrimiento.
Así, la conceptualización matemática propia del neopositivismo esconde una aceptación del orden imperante, del "statu quo". La aceptación sin más de los "hechos" como verdaderos olvida que es el sujeto el que conoce, que no existen los "hechos puros"; supone su "reificación", un cierto "fetichismo" metafísico. Cada periodo de tiempo tiene su propia verdad, no lo olvidemos, y el periodo de la razón ilustrada ya ha pasado.

 

Precisamente porque no existen los hechos puros, el sociólogo debe interpretar los datos desde su propia lugar, desde su posición en el mundo. Por eso , en su estudio de la sociedad contemporánea, los miembros de la Escuela de Frankfurt buscan un método multidimensional, que englobe a filósofos, economistas, psicólogos, críticos de arte, o incluso teólogos. El saber no puede tener fronteras.
 
De esta forma, en su análisis del mundo cultural es donde podemos encontrar las mejores obras de Adorno: si subestructura y superestructura interactúan, como vimos en Marx, es en el análisis de los hechos culturales donde podemos ver la influencia de la razón instrumental. La dialéctica negativa permite así comprender los elementos ocultos en los medios de comunicación: el consumo se constituye en el nuevo dios; la publicidad  se convierte en esa "promesa de felicidad" que todos anhelamos. La sociedad actual, postindustrial, se caracteriza por el "negocio del ocio": las diversiones de masas son un sustitutivo barato que nos hacen olvidar la posibilidad de un mundo mejor.
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Dicen Horkheimer y Adorno en su Dialéctica de la Ilustración:


"Los consumidores son los obreros y trabajadores, campesinos y pequeños burgueses. La producción capitalista les encadena en cuerpo y alma de tal modo que se someten sin resistencia a todo lo que se les ofrece. [...]

En la sociedad competitiva la publicidad cumplía la función social de orientar al comprador en el mercado, facilitaba la elección y ayudaba al productor más hábil, pero todavía desconocido, a que llegara su producto a los interesados... La publicidad es actualmente un principio negativo, un dispositivo de bloqueo: todo lo que no lleva su sello es económicamente sospechoso."



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Observa el siguiente corto y aplica los elementos del análisis que hace Adorno sobre la cultura.

 


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La crítica de la cultura y la sociedad, en el citado libro (Prismas, Ariel, 1962) termina así:

"La crítica cultural se encuentra frente al último escalón de la dialéctica de cultura y barbarie: luego de lo que pasó en el campo de Ausschwitz es cosa barbárica escribir un poema, y este hecho corroe incluso el conocimiento que dice por qué se ha hecho hoy imposible escribir poesía. El espíritu crítico, si se queda en sí mismo, en autosatisfecha contemplación, no es capaz de enfrentarse con la absoluta cosificación que tuvo entre sus presupuestos el progreso del espíritu, pero hoy se dispone a desangrarlo totalmente."