1. Una perspectiva de las últimas décadas


Imagen 2. Autor: Imagen de creación propia.
En 1976, tras la muerte de Franco, se abrió en España el proceso de transición política y de liquidación de la dictadura. En esos momentos la economía española se encontraba en una complicada situación agravada aún más por la propia transición.
No obstante, en las décadas anteriores (desde 1960 hasta 1975), el crecimiento del PIB se había mantenido en torno a un 7% anual, aunque con muchas oscilaciones y tensiones que supusieron que España tuviera la tasa de inflación más alta de todos los países europeos y un déficit exterior muy elevado.

En general, a lo largo de estos años subsistieron los problemas de fondo de la economía española: escasa capacidad de innovación y generación de empleo, crecimiento excesivamente intensivo en capital, dependencia de la inversión y la tecnología exterior, etcétera.

No obstante, los pequeños empresarios y comerciantes, que conformaban la mayoría de la clase empresarial, confiaban en poder seguir manteniendo sus negocios. El gran capital, concentrado en torno a la banca y al amparo del Estado, creía igualmente que el proceso liberalizador no iba a mermar su poder de mercado y su influencia en el poder. Y aunque los salarios, de los que dependían la mayoría de los ingresos de las familias, seguían siendo bajos, los españoles habían asimilado los valores de la sociedad de consumo.

 

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"Al igual que ocurriera en otros períodos de su historia, en 1977 la sociedad española hubo de enfrentarse, a un tiempo, a la crisis económica que azotaba la economía mundial (agudizada en este caso por la situación extrema que presentaba nuestro país en cuanto a niveles de inflación, de déficit exterior y de pérdida de divisas) y a las especiales condiciones derivadas de los cambios políticos que conducirían a la actual democracia". Enrique Fuentes Quintana.


En este contexto se firmaron en octubre de 1977 los Pactos de la Moncloa. Estos acuerdos, suscritos por la práctica totalidad de los partidos políticos y sindicatos, frenaron los principales desequilibrios de la economía española y lograron alcanzar una situación de estabilidad social. Esto permitiría en diciembre de 1978 la votación por amplia mayoría de la nueva Constitución Española que consagró un régimen de libertades públicas y derechos fundamentales. Los Pactos de la Moncloa representaron la primera reforma económica de conjunto. Sus ejes fundamentales fueron:
  • Cierta liberalización del sistema financiero para agilizar los canales de financiación privada y pública.
  • Configuración de un sistema fiscal tendente a equilibrar la imposición directa e indirecta. El objetivo final era garantizar los recursos públicos y un intento de redistribución de la renta.
  • Acuerdo social para generar suficiente consenso entre sindicatos y patronal, con el propósito de frenar la creciente espiral inflacionista (precios-salarios-precios).
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El éxito económico de los Pactos de la Moncloa, aparte de los logros políticos, se puede sintetizar en que la inflación de 1978 fue del 20%, es decir, rebajó en más de 20 puntos la tasa de 1977. Sin embargo, continuó manifestándose el gran problema de la economía española: el paro. Los Pactos lograron estabilizar la economía y modernizaron el sistema fiscal, pero el modelo de crecimiento económico quedaba sin definir y las bases de la economía productiva quedaron intactas. De esta forma, durante el resto de las décadas del siglo XX se mantuvo constante el modelo tradicional de crecimiento muy intensivo en capital pero no en modernización, investigación e innovación. El crecimiento fundamentalmente se basó en mantener unos costes laborales por debajo de la productividad. Sin embargo, a pesar de la moderación salarial la generación de empleo no creció. De hecho, desde 1978 hasta 1984 el empleo disminuyó en términos absolutos y la tasa de paro llegó a duplicar la media europea, superando el 20% en 1985.


Imagen 3. Autor: Desconocido. Banco del ITE

Licencia: Creative commons.

En 1986 se produjo el ingreso de España en la Unión Europea (Comunidad Económica Europea, en la terminología de entonces). A partir de ese momento la economía tuvo que adaptarse a dos criterios preferentes:

  • El proceso de integración en el mercado único de la economía comunitaria.
  • La construcción de la Unión Económica y Monetaria.

Sin embargo, y a pesar de las ayudas e incentivos procedentes de Europa que permitieron un importante crecimiento del PIB, el principal problema de la economía española seguía siendo el desempleo. Durante los últimos años del siglo la forma de combatirlo se basó fundamentalmente en reformas laborales que abrieron posibilidades a la contratación temporal y al abaratamiento de los despidos. De esta forma, la tasa de paro se rebajó al 16% en 1990-1991 pero a costa de mantener una temporalidad muy elevada: en 1990 la tasa de temporalidad superaba el 30% de todos los contratos de trabajo y llegaba a ser del 90% en los nuevos. Los contratos temporales en España triplicaban los de la media europea.

 

Durante la recesión del período 1992-1994 la tasa de paro llegó a alcanzar más del 23%, el déficit público y el déficit exterior se acentuaron, se recurrió a tres devaluaciones de la peseta (1992, 1993 y 1997) que, junto con medidas de contención y austeridad en los presupuestos generales del Estado, permitieron recuperar el equilibrio macroeconómico que haría posible el cumplimiento de los requisitos del Programa de Convergencia 1992-1996, exigidos en el Tratado de Maastricht para integrarse en la Unión Monetaria.

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CRITERIOS DE CONVERGENCIA ECONÓMICA DEL TRATADO DE MAASTRICHT
  • Mejorar la competitividad de las industrias mediante la inversión en desarrollo tecnológico y en la formación de profesionales.
  • Controlar la inflación: La tasa de inflación no debería superar en 1´5 puntos la media de los tres países con menor tasa el año anterior.
  • Contener el déficit público: el déficit público no debía supera el 3% del PIB.
  • Los tipos de interés a largo plazo no debían superar en 2 puntos la media de los tres países con mayor estabilidad de precios en el año anterior.
  • El volumen de endeudamiento no debía ser superior al 60% del PIB.
  • La moneda nacional debía estar en la banda normal de fluctuación del Sistema Monetario Europeo (SME), no habiendo sido devaluada al menos en los dos últimos años.


Imagen 4. Autor: Desconocido. Licencia: Creative commons.

España se incorporó a la Unión Monetaria en mayo de 1998, la contención del déficit público y de la inflación, iniciada ya desde 1996, y la bajada de los tipos de interés elevaron el ritmo del crecimiento económico español lo que permitió un acercamiento a los niveles de renta y producción europeos y la reducción del desempleo.
Se puede delimitar la última etapa expansiva como la comprendida entre los años 1995 y 2007. Durante este periodo el PIB español creció algo más del 50% y la renta por habitante en un 33%. Las razones de la diferencia entre un crecimiento y otro hay que buscarlas en el incremento de población que pasó de 39´6 millones a 45´2 millones, en gran parte debido a la afluencia de emigrantes: casi 6 millones a lo largo del periodo y, sin embargo, en el año 2006 la tasa de paro fue inferior a la media europea por primera vez en 25 años.

Si consideramos la etapa 1980-2007, veremos que la riqueza creada cada año, es decir, el PIB, se ha duplicado después de deducir la inflación. En ese último año la renta media por habitante ascendió a 23.424,90 euros, esta cifra suponía algo más del 90% de la renta media que ese mismo año disfrutaban los alemanes.

La incorporación de mano de obra extranjera, la mayor participación de las mujeres en el mercado laboral y el mantenimiento de un alto nivel de contratación temporal facilitaron la moderación salarial. Este puede ser uno de los motivos por los que se compatibilizó el crecimiento intensivo en capital con la creación de empleo. hay sin embargo que hacer notar que ese crecimiento se produjo especialmente y de forma espectacular en sectores a resguardo de la competencia internacional como la construcción, la hostelería y diversos servicios muy vinculados al territorio (servicio doméstico, transportes urbanos, comercio al por menor, etcétera).

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"Más allá de los datos estadísticos, los españoles somos más ricos y, sobre todo, nos sentimos más ricos, como se comprueba en la cantidad y calidad de los productos consumidos. El parque automovilístico no sólo ha aumentado, sino que además se ha renovado casi en su totalidad y rebosa de coches importados de alta cilindrada; los centros comerciales han proliferado con gran éxito de público, las prendas de vestir y calzado son en una proporción alta de marcas conocidas, cuando no reverenciadas por el público en general y la juventud en particular, y un número importante de personas tienen una casa en propiedad, o mejor dicho, tienen una escritura por la compra de una vivienda junto a otra por una hipoteca con una entidad financiera, donde figura una elevada deuda a pagar (suma de la cantidad prestada y los correspondientes intereses, que nos acompañará durante un dilatado período de nuestra vida)". La economía edificada sobre arena. Álvaro Anchuelo Crego y Miguel Ángel García Díaz. ESIC Editorial. Madrid 2009.

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Los Pactos de la Moncloa...

  
Buscaban la estabilización del sistema electoral.
Pretendían frenar los desequilibrios de la economía española y alcanzar una situación de estabilidad social.
Fueron un acuerdo en el que todos los partidos políticos aceptaron las condiciones de ingreso en la UE.
Reformaron la Constitución para hacer posible el estado de las autonomías.