5. Proteccionismo contra libre comercio

El debate entre los que defienden la liberalización del comercio internacional y los que entienden que los países tienen derecho a proteger su industria frente al exterior es casi tan viejo como la ciencia económica.

 

Imagen 16. Autor: Elemaki.
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Hoy en día la mayoría de los economistas están de acuerdo en que el desarrollo del libre comercio favorece el desarrollo económico. De igual modo que un productor especializado en un bien puede vender su excedente y comprar en el mercado los bienes que no produce, cada nación puede dedicarse a las actividades que produce mejor y adquirir los otros bienes y servicios a las demás naciones.

Con ello, la producción total se incrementa, ya que cada uno fabrica los que mejor sabe hacer. Está demostrado que con la especialización, que se logra estableciendo un comercio sin barreras, aumenta la producción. Todos los países que liberalizan su comercio mutuo se ven beneficiados por una producción más eficiente.

 

Sin embargo, siguen existiendo poderosos argumentos a favor del proteccionismo que se renuevan en un mundo globalizado que presenta, sin embargo, numerosas diferencias entre sus regiones:

Imagen 17. Autor: Ruiz.
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  • Desde el punto de vista de los países en vías de desarrollo, el libre comercio puede frenar la creación de industrias nacientes. Si un país se especializa en la producción de bienes del sector primario, o en el desarrollo de una industria a base de mano de obra barata, difícilmente puede dar al salto hacia el otro tipo de producción que precise más tecnología. Los intentos de sus empresas por introducirse en estos otros sectores van a chocar con la existencia de multinacionales que arrancan con enormes ventajas. La única posibilidad de que crezca una industria propia es restringir la competencia exterior.

 

  • Desde el punto de vista de los países desarrollados, el libre comercio puede acabar con el Estado del Bienestar. Las empresas de los países desarrollados se enfrentan a la competencia de las instaladas en los países en vías de desarrollo, que pueden producir con costes laborales considerablemente más bajos, que no tienen restricciones a la hora de emplear procesos altamente contaminantes y que apenas tienen que pagar impuestos al Estado. Ello facilita la llamada deslocalización (el traslado de plantas de producción de los países más desarrollados a los menos desarrollados), con el consiguiente incremento del paro y de los costes sociales en los primeros.

 

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La teoría de la protección de las industrias nacientes:
  
Afirma que hay que proteger a las industrias de un país emergente para que puedan crecer y situarse a la altura de las de los países desarrollados.
Afirma que hay que liberalizar el comercio.
Afirma que los países desarrollados se deben proteger de las industrias de los países en desarrollo.