4. Ejercicio resuelto

Icono de iDevice Caso de estudio
La literatura medieval era un medio de enseñanza. La lectura o la audición de obras hacía a los hombres más sabios en la vida. Les ayudaba a conocer la verdad. Y aún sigue cumpliendo esa función.
Por esta razón, para repasar el tema, he entresacado de las baldas de la Edad Media tres fragmentos que nos hablan del engaño y la mentira encarnada en el diablo, como no podía ser de otra manera en este mundo teocentrista. El primero es de Berceo, Los milagros de Nuestra Señora; le sigue otro de El libro de buen amor, del Arcipreste de Hita; y, por último, un cuento de El conde Lucanor, de Don Juan Manuel. Léelos con atención:

El romero engañado por el enemigo malo

[...]
Un fraire de su casa, Guiralt era clamado,
ante que fuesse monge era non bien senado:
facié a las debeces follía e peccado,
como omne soltero que non es apremiado.
Víno'l en corazón do se sedié un día
al apóstol de Espanna de ir en romería;
aguisó su facienda, buscó su compannía,
destajaron el término cómo fuessen su vía.
Quando a essir ovieron fizo una nemiga:
en logar de vigilia yogó con su amiga.
Non tomó penitencia como la ley prediga,
metióse al camino con su mala hortiga.
Pocco avié andado aún de la carrera,
avés podrié seer la jornada tercera,
ovo un encontrado cabo una carrera,
mostrávase por bueno, en berdat no lo era.
El dïablo antigo siempre fo traïdor,
es de toda nemiga maestro sabidor;
semeja a las vezes ángel del Crïador
e es dïablo fino, de mal sosacador.
Transformóse el falso en ángel verdadero,
paróseli delante en medio un sendero:
«Bien seas tú venido -díssoli al romero-
seméjasme cossiella simple como cordero.
Essisti de tu casa por venir a la mía;
quando essir quisisti fizist una follía:
cuidas sin penitencia complir tal romería;
non te lo gradirá esto Sancta María.»
«¿Quién sodes vos, sennor?» díssoli el romero;
Recudió'l: «Yo so Jácobo, fijo de Zebedeo;
sépaslo bien, amigo, andas en devaneo,
semeja que non aves de salvarte deseo.»
[...]

Crediólo el astroso, locco e desessado,
sacó su cuchellijo que tenié amolado;
cortó sus genitales, el fol malventurado:
dessende degollóse, murió descomulgado.
[...]

   

 

Propusieron sus vozes ante la Glorïosa;
fo bien de cada parte afincada la cosa;
entendió las razones la reína preciosa,
terminó la varaja de manera sabrosa:
«El enganno que priso, pro li devié tener,
elli a Sanctïago cuidó obedecer,
ca tenié que por esso podrié salvo seer;
más el engannador lo devié padeçer.»
Disso: «Yo esto mando e dólo por sentencia:
la alma sobre quien avedes la entencia,
que torne en el cuerpo, faga su penitencia,
desend qual mereciere, avrá tal audïencia.»
Valió esta sentencia, fue de Dios otorgada,
fue la alma mesquina en el cuerpo tornada,
que pesó al dïablo, a toda su mesnada,
a tornar fo la alma a la vieja posada.
[...]
Rendió gracias a Dios e a Sancta María,
e al sancto apóstolo do va la romería;
cueitóse de andar, trobó la compannía,
avién esti miraclo por solaz cada día.
Sonó por Compostela esta grand maravilla,
viniénlo a veer todos los de la villa;
dicién: «Esta tal cosa, deviemos escrivilla;
los que son por venir, plazrális de oílla.»

[...]

Enxiemplo del ladrón que fiso carta al
diablo de su ánima.

En tierra sin justiçia eran muchos ladrones,
fueron al rey las nuevas, querellas e pregones,
envió allá su alcalde, merinos e sayones,
al ladrón enforcavan por quatro pepiones.
Dixo el un ladrón d'ellos: 'Ya yo só desposado
con la forca, que por furto ando desorejado,
si más yo só con furto del merino tomado,
él me fará con la forca ser del todo casado.'
Ante que el desposado penitençia presiese,
vino a él un diablo, porque non lo perdiese,
dixol' que de su alma la carta le feçiese,
et furtarse sin miedo quanto furtar podiese.
Otorgole su alma, físole dende carta,
prometiole el diablo, que d'él nunca se parta;
d'esta guisa el malo sus amigos enarta:
fue el ladrón a un cambio, furtó de oro grand sarta./
El ladrón fue tomado, en la cadena puesto,
llamó a su amigo, que l' consejó aquesto;
vino el mal amigo; dis': 'Heme aquí presto.
non temas, ten esfuerzo, que non morrás por esto./
Quando a ti sacaren a judgar hoy o cras,
aparta al alcalde et con él fablarás,
pon mano en tu seno, et da lo que fallarás,
amigo, con aquesto en salvo escaparás.' [...]

 

Apartó al alcalde el ladrón segund lo avía usado,
puso mano a su seno e falló negro fallado,
sacó una grand soga, diola al adelantado
el alcalde dis': 'Mando que sea enforcado.'
Levándolo a la forca, vido en altas torres
estar su mal amigo, dis': '¿Por qué non me acorres?' [...]
Cerca el pie de la forca començó de llamar:
'Amigo ¡valme, valme! que me quieren enforcar.'
Vino el malo e dixo: 'Ya te viese colgar,
que yo te ayudaré como lo suelo far.
Súbante, non temas, cuélgate a osadas,
e pon tus pies entrambos sobre las mis espaldas,
que yo te soterné segund que otras vegadas
sotove a mis amigos en tales cabalgadas.'
[...]
El diablo quexose, dis': '¡Ay, qué mucho pesas!
¡Tan caros que me cuestan tus furtos et tus presas!'/[...]
Su rasón acabada, tirose, dio un salto,
dexó a su amigo en la forca tan alto:
quien al diablo cree, trával' su garabato,
él le da mala çima et grand' mal en chico rato.
El que con el diablo fase la su criança,
quien con amigo malo pone su amistança,
por mucho que se tarde, mal galardón alcança,
es en amigo falso toda la malandança.
[...]

Lo que sucedió a un hombre que se hizo amigo y vasallo del diablo

[...]
-Señor conde -dijo Patronio-, había un hombre que, después de haber sido muy rico, se volvió tan pobre que no tenía con qué alimentarse. [...] Cuando un día iba caminando a solas por el monte, muy triste y desesperado, se encontró con el diablo.
»Como el demonio conoce todas las cosas pasadas, aunque sabía la desgracia de aquel hombre, le preguntó por qué estaba tan triste y pesaroso. El hombre le contestó que no debía decírselo, pues no podría él acabar con sus males.
»Mas el diablo le dijo que, si estaba dispuesto a obedecerlo, él pondría fin a sus desdichas y, para que viese que podía hacerlo, le diría en seguida en qué iba pensando y por qué estaba tan triste. Entonces le contó toda su historia y los motivos de su tristeza, diciéndole, además, que, si hacía cuanto le ordenase, lo sacaría de la miseria y lo haría el más rico de todos los hombres, porque, como era el demonio, tenía poder para hacerlo.
»Al oírle decir que era el diablo, el hombre tuvo mucho miedo, pero, por la pena que traía y la miseria en que estaba, le contestó que, si lo hacía rico, le obedecería en todo. [...]
»Firmaron entonces un pacto y el hombre se hizo vasallo del demonio. Después de esto, el diablo le dijo al hombre que, de allí en adelante, podía robar lo que quisiese, pues nunca encontraría cerrada una casa o una puerta que, por muy bien cerradas que estuvieran, él no se las abriera, y que, si por casualidad se viese en un apuro o encarcelado, le bastaría con decir: «Socorredme, don Martín», para que él viniera en su ayuda y recuperara la libertad.
»Después de todo lo cual, se separaron.
»Una noche muy oscura, pues los que son amigos del delito actúan siempre en la oscuridad, aquel hombre se dirigió a casa de un comerciante. Cuando llegó a la puerta, el diablo se la abrió, así como el arca, con lo que consiguió un buen botín. [...]

 

»Al verse prendido, llamó a don Martín, para que le ayudase. Don Martín llegó en seguida y lo sacó de la prisión. Viendo el hombre que el diablo cumplía su palabra, comenzó a robar como al principio, haciendo muchos más robos, hasta el extremo de que llegó a ser muy rico. [...]
»De nuevo volvió a robar y otra vez fue encarcelado. Llamó a don Martín, que no vino hasta que ya lo habían condenado a la horca. Cuando el hombre subía al cadalso, apareció don Martín y el hombre le dijo:
»-¡Ay, don Martín! ¡Que esto no es una broma, pues he pasado mucho miedo!
»Le contestó don Martín que él traía consigo 500 maravedíes en una bolsa, que se los diera al juez [...] Cuando aplazaron su ejecución, el juez se fue a un lugar retirado y abrió la limosnera, donde esperaba encontrar los 500 maravedíes; pero sólo encontró una soga, y no el dinero. Apenas vio esto, lo mandó ahorcar.

»Cuando ya iban a colgarlo, vino don Martín y el hombre le pidió que le ayudase; pero don Martín le contestó que siempre socorría a sus amigos hasta verlos en aquel lugar.

»Así perdió su vida y su alma aquel desdichado, por confiar en el demonio y obedecerlo. [...]
Sé que la comprensión, sobre todo, del primero y algo del segundo, resulta complicada. Resumamos el argumento de los dos primeros textos.

En la tradición el diablo ha tenido muchos nombres. Vamos a seleccionar los que han elegido los autores, o las expresiones referidas a este personaje y, después, investigaremos un poco por qué se utilizan unas u otras.

El tema del diablo que engaña para hacerse con el alma del incauto no acaba en la Edad Media. Hagamos un repaso de la evolución del asunto ayudándonos de Internet.