2.1. Economías domésticas
Fotografía en Flickr de Alan Cleaver bajo CC
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Las economías domésticas están compuestas por las personas, solas o agrupadas en familias, que realizan desde el punto de vista económico, dos funciones principalmente:
- Demandar bienes y servicios: los consumidores compran bienes y servicios para satisfacer sus necesidades en función básicamente de sus preferencias y de sus ingresos.
- Ofrecer factores productivos: las familias ofrecen a las empresas su trabajo a cambio de unos ingresos (salario), lo que les permitirá hacer frente al consumo de los mencionados bienes y servicios. No obstante, las economías domésticas también pueden ofrecer a las empresas los otros dos factores productivos: recursos naturales (por ejemplo, pueden alquilar a una empresa un terreno) y capital procedente de sus ahorros.
Un jubilado.
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El museo del Prado.
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Un trabajador. | |
Un amo/a de casa.
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En una familia, sólo la persona que aporta ingresos.
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Todas las personas de la familia. | |
Un empresario.
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Un grupo de jóvenes que comparten piso. | |
¿Y cómo es el comportamiento de las economías domésticas en relación a sus funciones económicas? Las personas y las familias, a diferencia de las empresas, no tienen un comportamiento definido exclusivamente en relación a la economía aunque sí toman, en su día a día, numerosas decisiones que tienen que ver con ella.
Estas decisiones son tan cotidianas como por ejemplo: "¿Dónde me conviene más hacer la compra?", "¿Me interesaría hacer horas extras en mi trabajo?" "¿En qué entidad abro una cuenta corriente"?. Todas estas decisiones se suelen tomar en función de las necesidades que queremos cubrir, de los ingresos que tenemos a nuestra disposición o de la elección que creemos que nos reportará mayor bienestar, en definitiva, mayor felicidad.
Así, en general, se puede afirmar que todas las personas toman decisiones sobre el consumo de bienes y servicios y la oferta de factores productivos en base a una racionalidad económica que busca maximizar el bienestar del consumidor.
No obstante, desde muchos colectivos se critica que ese comportamiento, en una sociedad desarrollada como la nuestra, se basa más que en el bienestar del ciudadano en la continua generación de nuevas necesidades, deseos y adicciones que alimentan la imparable maquinaria de producción y consumo.
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Imagen aparecida en el periódico El País |
Verdadero Falso